Manuel Bueno
Director de Colesterol Teatro
A Salieri se le fundieron los plomos cuando escuchó por primera vez la música de Mozart. El primero, tenía ventaja en el ámbito palaciego. Amadeus, le superaba en todo lo demás. Un funcionario versus un genio. Materazzi contra Zidane. La música de por medio. Y las frustraciones, y los celos, y el control, frente al aparente caos y la vulgaridad del otro. Así son los escenarios de muchos campos de batalla entre la excepción y la maldita regla. Entre el individuo que puede elegir desde la diversidad de su ego (incorrecto, asocial, brillante) y los que se someten al dictado del político de turno (serviles y anodinos, pero útiles). El tonto útil ha marcado siempre una página (tonta y útil) en la historia de las distintas asociaciones creadas entre los seres vivos. Incluso la música (intangible ella) se ve impregnada por la contaminación visceral de esta ruptura y desamor. Menos mal, que la música se apaña para sobrevivirnos. Existir, sin ella, sería hacer más difícil, aún, nuestro incorregible recorrido. Esta primera reflexión es a cuenta del regalo que una “banda” de cuerda (Ars Aetheria) nos hizo ayer jueves en la Sala de Cámara del Coliseo de Torrevieja. El lugar es entrañable por tantas cosas obvias y comunes a todos los que asistimos, que no las cuento para provocar, en los que no estuvieron, las ganas de conocerlo. Y como unos “rolling stone”, los jóvenes músicos, nos despeñaron por algunas de las emociones que este arte nos tiene reservadas, para cuando somos capaces de no estar pendiente de nuestra blackberry o cualquier otra insensatez que nos aparte del inmediato presente mágico que se nos muestraBarroquismo & cine. Ese fue el programa. Y duró, casi, como una buena película de las de antes (ahora se meten en 120 minutos sin interrupción). Cierto, que fue una buena peli: barroca y con sabor a cine romántico, social, cine de aventura, cine en “blanco y negro“. Y digo esto porque el último y casi penúltimo semicírculo de músicos, tuvieron que leer sus partituras en la más profunda oscuridad. Existen solo tres puntos de luz, encima del escenario donde se sitúan los instrumentistas: Su haz no llega para iluminar los atriles de los chicos que estaban al fondo. O la próxima vez traen luz propia o veremos de echarles una mano con nuestras linternas. Un suponer. Gracias por el rato. Algunos músicos son la otra mano de los dioses. Maradona es dueño de la que falta. En fin.
Descubre más desde Objetivo Torrevieja
Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.
Filed under: general |
Deja un comentario