Realizado por Ediciones “Micomicona” y editado por J. Riquelme y Carlos R. Talamás; Pako Gómez Mínguez, realiza un creativo trabajo de avezado dibujante por ordenador.
En la tarde de ayer, ante casi un centenar de personas, se presentó, en la sala de actos del RCN de Torrevieja, el libro ilustrado Cuentos para Manolillo, de Miguel Hernández, formado por los cuatro cuentos infantiles que el poeta de Orihuela quiso regalar al hijito que lo sobrevivió, Manuel Miguel, llamado por él Manolillo, nacido el 4 de enero de 1939, con motivo de su inminente tercer cumpleaños, un obsequio de cariño paterno: un regalo grande que se mantuviera vivo en la posteridad… Probablemente fue una de las últimas producciones literarias del oriolano.
Hernández los manuscribió, con tachones y unas pocas ilustraciones esquemáticas con lápiz, en seis hojillas marrones de pequeño tamaño, en un legajo atado con cordel, de aquellos que se empleaban en prisión como papel higiénico: no solía tener otro tipo de material para escribir el poeta…
Un amigo de cárcel que lo asistía en la enfermería del Reformatorio, Eusebio Oca Pérez, maestro y periodista, con destrezas de pintor, pasó a formato de librito artesanal dos de esos cuentos –El Potro-Obscuro y El conejito–. Los escribió y los ilustró con acuarelas y guaches. Y lo encuadernó con tapa dura con materiales que, providencialmente, encontró entre los desechos del presidio.
A Hernández le gustó tanto el resultado que se apresuró a hacerlo llegar a su hijo, y, en agradecimiento a Eusebio Oca, le regaló los originales manuscritos de los cuatro cuentos. Este material lo heredó y conservó el hijo de Eusebio, Julio Oca Masanet, que había nacido en el mes de febrero de 1939, al mes siguiente de Manolillo. En verano de 2014 estos manuscritos fueron adquiridos por la Biblioteca Nacional de España (BNE).
Julio Oca, desde Santa Coloma de Farners (Gerona), nos cuenta con muchísima emoción que su padre, para que Miguel Hernández pudiera ver a Manolillo, cogía a éste y lo hacía pasar como su propio hijo, es decir, como quien nos contaba la dramática anécdota, Julio Oca, pues ambos tenían casi la misma edad.
Los cuatro cuentos –los citados y Un hogar en el árbol y La gatita Mancha y el ovillo rojo– relatan historias edificantes a modo de fábulas: con personajes animales, aunque Hernández conscientemente los acompaña siempre de humanos. Son alegorías de encierro y libertad, de fidelidad y superación de la adversidad, de solidaridad y esperanza. Hernández escribe estas historietas porque desea liberarse, pero también las escribe para que otros, sobre todo, su hijo y otros hijos, aprendan los valores de la disciplina y la obediencia, y sientan la libertad respetuosa como algo irrenunciable.
El libro mimosamente editado, consta de 44 páginas, encuadernación en tapa dura y unas dimensiones para extasiarse: 26 x 40 cm (abierto, como las alas de un pájaro en libertad). Se usa papel reciclado de 170 g con una rugosidad muy apropiada, finalizado en mate.
El libro, a un precio de 13,90 euros, puede encontrarse a la venta en las estanterías de Consum y, a lo sumo, previo pedido, puede adquirir este hermoso libro infantil ya, o en un par de días, en cualquier librería.
El ilustrador, Pako Gómez Mínguez, es sociólogo y master en Economía, pero, sobre todo, es un original ilustrador almoradidense, que ofrece su trabajo con imágenes a doble página. El gran formato favorece la recepción infantil y juvenil de los cuentos. Se trata de dibujos confeccionados con técnicas modernas de pintura y texturas de trazos y resoluciones cromáticas muy hermosas, con la estética añeja de hace casi cien años. Lo que se ve gusta a pequeños y a mayores. Pako Gómez culminó su grado en Ciclo Superior de Bellas Artes, en Granada, con un excelente Trabajo de fin de grado (TFG) sobre una sucinta biografía emocional ilustrada de Miguel Hernández.
Jesucristo Riquelme, en la presentación del dibujante, rescató las enseñanzas del pedagogo italiano Gianni Rodari: el ser humano nace con el instinto de comer y beber, pero no con el instinto de leer: esta necesitad cultural se ha de instituir (como deseo) en el proceso de formación de la personalidad infantil. A los niños hay que motivarlos, desde su más tierna edad, con afectivas lecturas de álbumes ilustrados, sin textos, y pronto, con berves textos que les serán leídos por los familiares más próximos. Frecuentando los libros, deleitándose con ellos, el niño aprenderá a acercarse mása otros libros, a acercarse al prójimo, amoblará su mente, adaptará su gusto artístico y crecerá en inteligencia emocional y cognitiva. Sí, con este hermoso e interesante libro se fomenta la lectura en familia: será el deleite de padres y el gozo de los más menudos.
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