Fernando Guardiola
Eran las nueve de la mañana cuando llegamos al punto de encuentro, en el que se nos cito, a las puertas de Estadio de Fútbol Vicente García, en un día en que la visibilidad era escasa, por la niebla que era espesa como el chocolate de Valor, y porque a través de los cristales de los vehículos se veía lo justo, debido a la espesa capa de tierra que la noche anterior los había cubierto. El incesante número de periodistas, algunos no habituales en la ciudad, me hizo intuir que nos estábamos preparando ante algo realmente especial. Una vez reunidos todos los informadores, en un pequeño ejército de casi 40 personas, el jefe de prensa del ayuntamiento repartió entre los “efectivos” chalecos de un amarillo incalificable, con el que fuésemos visibles y se nos facilitara el trabajo, subiendo bordo de un autobús que nos llevó al parking de Aquópolis, junto al que se instalaron en el interior del recinto ferial, varios hospitales de campaña y donde personal de la Cruz Roja y Protección Civil se encontraban preparados para recibir a los primeros evacuados del seísmo que minutos antes, se había producido en el mar con una intensidad de 5,5 en la escala Ritcher. No tardó en llegar un autobús con más de 50 alumnos que habían sido evacuados de un Instituto, y a los que se acogió en el recinto ferial para acomodarles y ofrecerles los primeros auxilios. Desde allí de nuevo al bus, para trasladarnos al Colegio de Educación Especial ALPE, donde a las once menos cuarto sonaron las sirenas y con una disciplina ejemplar, todos se situaron debajo de sus mesas, a excepción de los que estaban en silla de ruedas que fueron apoyados a los muros y una vez pasada la alarma salieron todos al patio central para su recuento y valoración. A la salida nos comunicaron que por falta de visibilidad nos quedaríamos sin observar las evoluciones de los siempre espectaculares helicópteros, dejándonos huérfanos de algunas fotografías interesantes. Pero si emocionante fue el simulacro en el ALPE, el del Colegio Virgen del Carmen, resultó realmente extraordinario. Su director Javier y todos los profesores encargados de plantas y aulas, estaban plenamente sensibilizados ante este tipo de acciones, las cuales realizan aproximadamente cada mes y medio. Aquí no se conformaron con hacer sonar las sirenas, sino que por los altavoces se pudo sentir el sonido real de un terremoto en México de 7,5 que a los que nos pilló de improviso nos puso los pelos como “escarpias”. Pero la ejecución por parte de alumnos y personal de centro fue un éxito, logrando en poco más de cuatro minutos concentrar a todos los alumnos en el patio central sin ningún contratiempo. Otra vez al bus, camino del Cdt donde se había constituido la principal Célula de Mando, el CECOPAL, aprovechando el trayecto para que protección civil nos facilitara un kit de “supervivencia”, o “almuerzo”, consistente en un bocata (los había de salchichón o chorizo, sobre un pan untado en tomate y aceite), un plátano y un zumo, que nos supo a gloria. Una vez en el Cdt, la autoridades comentaron las incidencias de la jornada y mostraron el agradecimiento a los participantes y en especial a la prensa. Visitamos las instalaciones del Cdt, otrora aulas culinarias, reconvertidas en centros neurálgicos de emergencia, donde voluntarios y profesionales de las fuerzas del orden y protección civil, estaban desarrollando un seguimiento, serio y riguroso de los acontecimientos. De nuevo nos acomodamos en el autobús que esta vez nos llevó a un solar ocupado por unos esqueletos de hormigón que algún día serán edificios. Aquí las pequeñas gotas que habían empezado a caer a la salida del Cdt, se convirtieron en lluvia de la que cala, pero ¡claro! Los terremotos, cuando dan, no preguntan primero a Proyecto Mastral, el tiempo que va a hacer. La vista de la zona cero en que se había convertido ese tramo de la Avenida de Paris, más parecía una zona de guerra que me hizo olvidarme por momentos que aquello era un simulacro. Vehículos pesados del ejército, tiendas de socorro de bomberos, hospitales de campaña, y ante todo la dantesca visión de un escenario de destrucción tan real que “acojonaba” al más pintado. Un coche empotrado y semienterrado con un hombre en el interior, mujeres con niños aisladas en los edificios, varias víctimas atrapadas bajo los escombros , incendios, humo, lluvia, … el caos. Y allí estaban ellos, los bomberos de Torrevieja y Alicante, los voluntarios de Cruz Roja, Protección Civil y los miembros de la Unidad Militar de Emergencia, con sus perros adiestrados, realizando un trabajo impecable y tan real que a veces pensé que aquella gente que tan bien caracterizada estaba sufrían de verdad. Nos mojamos ayer, reímos, nos emocionamos, en algún momento sufrimos, pero vivimos una experiencia inolvidable, y de la que aparte de una ingente cantidad de fotografías y vídeos, queremos transmitirles la sensación de que tenemos unos equipos humanos que con actuaciones como la de ayer, solo pueden darnos tranquilidad ante cualquier contingencia que se presente tanto en nuestra ciudad, en la Comunidad Valenciana o en cualquier lugar del mundo.
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Filed under: Actualidad | Tagged: fotos, torrevieja |
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