Uno de los detenidos era un hombre de nacionalidad checa, residente en Torrevieja
La Guardia Civil ha culminado la investigación abierta por la desaparición de un joven irlandés el pasado mes de diciembre, tras la detención en Braga (Portugal) y la extradición a España este mes de abril del presunto autor material del homicidio del desaparecido.
El cadáver fue hallado apenas dos semanas después de que el padre de la víctima comunicara la desaparición de su hijo, al que creía en Benidorm, visitando a unos amigos. Los investigadores, que apuntaron desde el principio que podía tratarse de una desaparición involuntaria, hallaron en Rojales el cuerpo sin vida tras un intensivo rastreo de la zona en la que sospecharon que podía haberse cometido el crimen. Antes de este hallazgo, los agentes ya habían logrado identificar a los dos sospechosos del homicidio. Uno de ellos, fue detenido el mismo día del hallazgo del cuerpo.
La investigación se inició tras recibir la denuncia del padre de la víctima, que el día 21 de diciembre comunicó a la Guardia Civil de Jávea, que no tenía contacto con su hijo, un varón de 37 años, desde el sábado día 14 de diciembre, que habló con él por última vez por teléfono. Según explicó a los agentes, su hijo había venido a la provincia de Alicante, a pasar unos días con unos amigos, procedente de Irlanda.
Creyendo que estaba en Benidorm y en vista de que no lograba dar con su paradero, el padre se desplazó hasta España con la intención de localizarlo y poniendo los hechos en conocimiento de la Guardia Civil en ese momento.
La Guardia Civil inició entonces la reconstrucción de lo que podría haber ocurrido, partiendo del momento en el que el joven desaparecido llegó a España el 6 de diciembre de 2024, localizando a las personas que tuvieron contacto con él desde ese día y recabando las manifestaciones de los testigos.
Los testimonios apuntaban a que, en torno al día en que la víctima contactó con su padre por última vez, habría estado en compañía de dos personas que se convirtieron en los principales sospechosos de su desaparición, que ya en aquel momento la Guardia Civil intuyó que era involuntaria. Los investigadores iniciaron entonces una incansable tarea de localización de las pruebas, que permitieran localizar a los implicados y resolver el caso. Tras una navidad de trabajo intensivo, en la mañana del 7 de enero, los agentes de la Policía Judicial hallaron el cadáver del desaparecido en un paraje rural de Rojales, en el que habían cercado la búsqueda en los últimos días.
Ese mismo día, apenas un par de horas después de localizado el cuerpo sin vida del joven irlandés, la Guardia Civil detuvo a uno de los dos implicados en su asesinato, un hombre de 32 años, afincado en Torrevieja y de nacionalidad checa al que se le atribuye el papel de cooperador necesario, y que, tras ser puesto a disposición del Juzgado de Instrucción número 2 de Torrevieja, se decretó su libertad con cargos, imponiéndole la prohibición de salir del territorio del país, entre otras medidas cautelares.
Mientras tanto, la Guardia Civil continuó su labor tras la pista del otro sospechoso, considerado el autor material del homicidio y que, según la información recabada por los investigadores, después de cometer el delito que acabaría con la vida del joven irlandés, y una vez que los familiares denunciaron su desaparición, salió precipitadamente del país, en compañía de su pareja sentimental, e incluso abandonando a dos perros en el domicilio en el que residía en España, tratando de evitar ser capturado.
La Guardia Civil solicitó entonces una orden europea de detención sobre el fugado y la colaboración de varias policías extranjeras a través de INTERPOL, que finalmente, gracias al seguimiento que se estaba realizando desde España, permitió localizarlo en Portugal el pasado 25 de marzo, siendo detenido por la Policía de Braga y extraditado a España el pasado 3 de abril.
Tras ser puesto a disposición judicial del Juzgado de Instrucción número 1 de Badajoz, se ha decretado su ingreso en prisión sin fianza. Se trata de un hombre de 27 años, de origen irlandés y con domicilio en Orihuela, al que le constan numerosos antecedentes en su país de origen.
La autopsia ha revelado que la muerte se produjo la noche del 14 de diciembre, por heridas realizadas con arma de fuego, el mismo día que la víctima habló con su padre por última vez y una semana antes de que éste denunciara la desaparición.
La investigación ha sido llevada a cabo por la Unidad Orgánica de Policía Judicial (UOPJ) de la Guardia Civil de Alicante, principalmente por el Equipo de Policía Judicial de Pilar de la Horadada junto con el Laboratorio de Criminalística de la Comandancia, y el apoyo internacional de la Policía de varios países europeos y, en concreto, la Policía de Portugal.
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