Objetivo Torrevieja

La especialista en psicología de Hospital Quirón Torrevieja aconseja tener en cuenta en la elección la edad del niño y el contenido.
Después de Papá Noel, queda aún escribir la carta a los Reyes Magos en la que el 70% de los niños pedirá videojuegos como regalos estrella. Por ello, para facilitarles la elección del más adecuado y evitarles confusiones, la especialista en psicología de Hospital Quirón Torrevieja, Nuria Javaloyes, aconseja que se tengan en cuenta dos criterios principales: la edad del niño y el contenido. Como cualquier otro juguete, el videojuego debe estar en línea con el desarrollo personal del pequeño y aportarle, además de diversión, algunos efectos positivos como la estimulación de la capacidad de concentración o la mejora de la rapidez de razonamiento.
El contenido de los videojuegos puede ser bastante diverso, ya que los hay educativos, familiares, bélicos, de deporte, de rol, de aventuras, de estrategia, de miedo, de plataformas, de imitación, etc. Todos deben estar clasificados por edades según el sistema PEGI, que también especifica si el juego contiene lenguaje soez, representaciones discriminatorias, de sexo y erotismo o de violencia, referencias al uso de drogas o a la enseñanza en juegos de azar y apuestas. Tal y como subraya la psicóloga Nuria Javaloyes, “las claves para elegir el videojuego para los niños más pequeños son: que no tenga una trama muy complicada, que permita participar a más de un jugador y que disponga de memoria para guardar las partidas y no tener que empezar siempre desde el principio”. No obstante, los críos agradecerán más ir al parque que pasar horas delante de una pantalla.
Para los de más edad, los videojuegos ideales son los educativos y los familiares, porque les permiten aprender jugando y estrechar lazos con la familia. Sin embargo, los que están más de moda y, por ende, más reclamados, son los que suelen incluir batallas y combates muy reales, que están totalmente desaconsejados para los menores. “La razón principal para disuadir de su adquisición es porque el desarrollo de la personalidad se produce durante la infancia y la adolescencia y en él influyen los modelos y estereotipos como, por ejemplo, los del mundo virtual”, según afirma la especialista. Los contenidos de los videojuegos pueden ser complejos de interpretar, confundiendo al niño en la interpretación de lo que es real y lo que no, además de fomentar conductas negativas. También resultan inapropiados cuando los personajes muestran comportamientos de adultos, como actitudes sexuales, ideas extremas o fanáticas o comportamientos contrarios a la ley: asesinatos, violencia contra los débiles, discriminación, vejación, etc.

Pros y contras de los videojuegos
Si se usan de manera controlada y razonable, los videojuegos tienen un valor pedagógico y cultural que puede aportar efectos positivos a los niños:

– Mejoran la rapidez de razonamiento
– Estimulan la capacidad de concentración
– Ayudan a asimilar los conceptos abstractos (matemáticos, históricos)
– Contribuyen al progreso de los reflejos y la agilidad mental, permitiendo perfeccionar la destreza visual y la curiosidad musical o artística.
– Facilitan la coordinación manual
– Cuando se juega con multijugador, promueven el trabajo en equipo, de forma colaborativa
– Pueden contribuir al desarrollo del instinto de superación del niño al marcarse retos a conseguir
– Si el contenido es educativo, ayudan al aprendizaje de temas concretos
– Jugados en familia, estrechan los vínculos familiares

No obstante, también son potencialmente peligrosos. Nuria Javaloyes subraya que “un uso excesivo y descontrolado puede hacer que el niño se convierta en adicto o en dependiente, lo que afecta tanto a los adultos como a los menores”. Algunas de estas conductas patológicas son similares a la ludopatía o la dependencia a cualquier tipo de sustancia adictiva. El gran realismo en los videojuegos puede influir en el aumento de estos comportamientos, ya que los mundos virtuales son cada vez más complejos y ricos, incluso más atractivos, positivos y placenteros que la realidad.
En concreto, la dependencia y adicción se manifiesta en ciertas actitudes:

– Aumento de la necesidad de seguir jugando para conseguir satisfacción y aparición del síndrome de abstinencia, entendido como aflicción o desasosiego ante la imposibilidad de jugar
– Aislamiento social, dejar de relacionarse con sus amigos y de prestar atención al entorno
– Incremento de la ansiedad y el nerviosismo
– Niños absortos al jugar, que no apartan la vista de la pantalla ni atienden a otros estímulos
– Tensión excesiva al jugar, visible físicamente al apretar las mandíbulas
– Pérdida de interés por otras actividades y problemas en los estudios
– Falta de respeto por las normas o los horarios estipulados
– Trastornos del sueño
– Mayor distanciamiento de la familia

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