Objetivo Torrevieja

Álbum, 1, pinchando sobe la foto

Fernando Guardiola

Álbum 2, pinchando sobe la foto

VÍDEO:  M. Carmen Lavesa

Se llenó anoche, como era de esperar, el Teatro Municipal para presenciar la última obra adaptada y dirigida por Raúl Ferrández, que nos dejó para siempre el pasado 24 de abril. El escenario en el que se desarrolló la acción contaba con tres tarimas a modo de escenarios independientes en los cuales la iluminación para crear cada una de las situaciones resultaba imprescindible. La obra de Calderón de la Barca, una verdadera parábola de la justicia en mayúsculas, ejercida por un recién nombrado alcalde del pueblo de Zalamea, al que su hija vejan miembros del ejército que viajan a Portugal acompañando al rey Felipe II, una costumbre muy arraigada en aquella época, que por el mero hecho de ser soldados creían que podían hacer y deshacer lo que gustasen con las mujeres que encontraban a su paso. La forma rápida y “justa” de ejecutar al violador y su buen criterio a la hora del juicio, hacen que el Rey le dé la razón, e incluso le nombre alcalde perpetuo de Zalamea.
Si alguna de las actuaciones tenemos que destacar es sin duda la de Paco Oliveros en el papel del alcalde Pedro Creso, un papel lleno de matices, ejecutado con sobriedad y fiel al texto de Raúl. Su rostro cambiaba al ritmo de las situaciones como si realmente el dolor, la rabia, el sentimiento de justicia y a veces el humor se reflejaran en él como si en ello fuera su propia vida. Gran papel también el Paco Torres, en el papel del Capìtán, que junto a Jerónimo Manzanaro, Gustavo Mínguez, César Navarro o Joaquín Lorente, muestran aparte de su buen hacer, su tenacidad en el manejo del sable, cosa harto difícil en un escenario. Sobresaliente para Enrique Ros que da vida a un “cagabandurrias” y cobardica Rebolledo, que junto a su inseparable “Chispa”, papelón a cargo de Aylén Egea, ponen el contrapunto dulce a una historia tan trágica. Matías Antón como el hijo del alcalde dejó patente sus tablas, como es habitual en él. Mención especial para una gran actuación, la de Cristina Cañadas, como Inés, acompañada de otra gran actriz, Mayte Martínez como Isabel. Papeles menores pero no por ello, menos interesantes los realizados por María Antonia Sánchez, Andrés Iglesias, Pedro Parres o el propio ayudante de dirección de la obra, Javier Pérez en el regio papel de Felipe II.
No podemos olvidar, como he comentado al principio la importancia que para el montaje y desarrollo de la obra tuvo el diseño de luces que efectuó Pedro Albaladejo, así como el espectacular vestuario de época, que dirigió Conchita Valdés y la Música y el sonido que pusieron Beatriz Escudero y Juan Carlos García Baños de Orecam.
Al estreno de la obra acudieron el concejal de cultura, Luis María Pizana, la concejal de Tercera Edad, Inmaculada Montesinos y la viuda e hija de Raúl Ferrández, que no dudaron en felicitar a todos los actores uno a uno e incluso acompañarles en la foto de familia que se realizó al final de la sesión.
El público que aplaudió con ganas algunos mutis, rindió un emocionado homenaje a Raúl Ferrández aplaudiendo en pié ante la imagen que se proyecto del director y dramaturgo capaz de hacernos disfrutar de su obra incluso después de muerto.

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