En verano, debido a las altas temperaturas, si los alimentos perecederos no están bien refrigerados, han roto la cadena del frío o se han manipulado incorrectamente, el calor hace que se conviertan en un campo ideal para las bacterias, que pueden alterar el equilibrio del ecosistema intestinal y ocasionar diarrea.
La doctora Angeles Castejón, coordinadora de urgencias del Hospital Quirónsalud Murcia explica que “las altas temperaturas del verano hacen progresar la carga viral y la transmisión en lugares públicos con alta concentración de personas, la alteración de la cadena de frío de los alimentos y los errores en la conservación. Los productos lácteos, helados y zumos mal refrigerados son los principales causantes”.
Otro factor que debemos tener en cuenta es que, al subir la temperatura, es mayor la presencia de insectos que pueden inocular gérmenes en los alimentos. Por eso es importante cubrirlos y mantenerlos en el frigorífico hasta el momento de cocinarlos o ingerirlos. Una vez cocinados, los alimentos no deben de permanecer más de 30 minutos a temperatura ambiente.
La diarrea, además de los inconvenientes que todos conocemos, puede conllevar otros síntomas como cólicos, dolor en el abdomen o deshidratación. Este último es, sin duda, el más grave, al dejar a nuestro organismo sin el suficiente líquido para que funcione con normalidad y es que, en cada deposición, no solo perdemos líquidos sino también sales y minerales (sodio, cloruro y potasio), explica la doctora Castejón.
El doctor Alfredo Pérez Cortada, especialista en medicina general del Hospital Quirónsalud Torrevieja destaca que “entre las medidas de prevención recomendadas se incluyen la higiene adecuada en lugares de vacaciones; no compartir cubiertos y vasos; lavarse las manos con frecuencia, en especial antes de comer; lavar muy bien frutas y verduras y refrigerar correctamente los alimentos”.
El tratamiento de la diarrea viral incluye medidas para mejorar los síntomas, tales como restricción de la dieta y reposición de líquidos y electrolitos. Además, la administración de medicamentos basados en probióticos (bajo receta médica y comprado en farmacias), restaura de forma rápida y natural la función normal del intestino.
Las diarreas en los niños
El verano y el invierno son las estaciones en las que se producen más casos de diarrea aguda infantil. La rehidratación y el mantenimiento de la nutrición, especialmente en lactantes, son las recomendaciones que ofrecen los especialistas para evitar que los niños sufran una deshidratación aguda. Como consecuencia de la misma, un bebé puede perder entre un 10 y un 15% de su peso.
Según la doctora Castejón, “para evitarlo, la reposición de líquidos es esencial y debe hacerse idealmente con suero oral, ya que contiene los nutrientes necesarios en las proporciones adecuadas”.
Actualmente, existe evidencia científica a favor de mantener la alimentación durante los episodios de diarrea, ya que favorece la recuperación de la mucosa. Una dieta normal, sin forzar el apetito, es lo más adecuado.
Diarrea del viajero
Otra molestia muy frecuente durante el verano es la denominada diarrea del viajero, que es el trastorno que puede ocurrir cuando algunos gérmenes desconocidos entran en contacto con nuestro organismo y alteran el equilibrio de nuestro ecosistema intestinal. Suele aparecer a los dos o tres días de la llegada a otro país, especialmente si se trata de zonas económicamente desfavorecidas, con escasas condiciones higiénicas.
Según el doctor Pérez Cortada, “una de sus causas más habituales es la bacteria Escherichia colique, que afecta habitualmente como consecuencia de la ingesta de agua no potable o de alimentos contaminados tras una incorrecta manipulación. Uno de los métodos para minimizar el riesgo de aparición de diarrea es la ingesta de un probiótico, ya que ayuda a mejorar la salud gastrointestinal y a repoblar la flora intestinal destruida”.
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