El 61 por ciento de los estudiantes con ansiedad reduce el rendimiento académico en los exámenes.La relajación y la respiración profunda son dos estrategias de autocontrol muy útiles a la hora de enfrentarse a un examen
Llegan los exámenes de selectividad y muchos son los jóvenes que experimentan cuadros de ansiedad o estrés ante una de las pruebas de evaluación más delicadas. Según la especialista en Psicología Juvenil del Hospital Quirón Torrevieja, Dña. Irene Aguirre, “el 61 por ciento de los estudiantes con ansiedad reduce el rendimiento académico en los exámenes”, esto es debido a que la ansiedad que generan las pruebas de evaluación en los jóvenes provoca un estrés que tiene consecuencias directas en los resultados. Además, los estudiantes suelen padecer un cuadro de estrés en las fechas de febrero, junio y septiembre, que curiosamente, coinciden con las épocas de exámenes. El comportamiento ansioso en una situación de exámenes escolares suele deberse a la preocupación acerca de posibles consecuencias negativas o de fracaso en una situación evaluativa. “Es posible que la necesidad de obtener un adecuado rendimiento académico, se pueda convertir en un factor estresante para los estudiantes. Cuando la preocupación por obtener una resultado escolar es alta, especialmente antes de los exámenes, la ejecución del estudiante puede ser deficiente, teniendo como consecuencia extrema que el alumno repita, quede atrasado o abandone definitivamente sus estudios”, señala la especialista.
Aprender a relajarse antes del examen
La especialista en psicología Juvenil del Hospital Quirón Torrevieja aconseja adoptar algunas medidas previas ante los exámenes, “la relajación y la respiración profunda son dos estrategias de autocontrol muy útiles a la hora de enfrentarse a un examen para mantenerse tranquilo ante la situación estresante que provoca”. Es conveniente practicar dos o tres veces al día la técnica con el fin de dominarla de cara al momento decisivo de la evaluación.
El día del examen, la psicóloga aconseja estar descansado, no repasar a fondo el mismo día, no hablar del examen antes de empezar con los compañeros, controlar la tensión emocional y, “si se te queda la mente en blanco, superar el bloqueo ocasionado por los nervios disminuyendo el nivel de ansiedad a través de la relajación y la respiración profunda”.
Además, la planificación previa del tiempo de estudio y las materias a trabajar, evitan agobios de última hora. Del mismo modo, también recomienda comprobar la capacidad expresiva de la materia a la hora de explicarlo y sugiere que, durante los exámenes, el alumno priorice, lea bien las instrucciones del examen, y no empiece a escribir sin antes realizar un esquema de lo que debe responder. “El alumno no debe preocuparse porque algunos compañeros acaben antes que él. Los buenos estudiantes casi siempre consumen todo el tiempo que se les da para el examen, por lo que hay que ser pacientes”, explica la especialista.
Prepararse para los exámenes no es sólo una tarea exclusiva de profesores y alumnos. Los padres desempeñan funciones muy importantes, como por ejemplo, orientar a sus hijos con normalidad, naturalidad y trabajo hacia los exámenes de selectividad. Los padres deben ayudar a sus hijos a estudiar con éxito, siguiendo unas pautas de descanso, alimentación racional o ejercicio físico. Es por ello, que Dña. Irene Aguirre advierte que “para el estudiante que está a punto de enfrentarse a este tipo de exámenes, es significativo que el lugar de estudio sea fijo y sin ruidos, que el mobiliario y la iluminación sea el adecuado, y sobre todo, que el ambiente familiar sea propicio.”
“Los trastornos de ansiedad, junto con los trastornos del comportamiento, se han convertido en uno de los motivos más frecuentes de consulta en la práctica diaria y afectan en torno al 21% de los niños y adolescentes”, afirma Aguirre, a lo que añade, “que la función principal de la ansiedad es contribuir a nuestra supervivencia, sin embargo, las situaciones en que se disparan los niveles de ansiedad, deja de ser positiva y pasa a bloquearnos debido a las relaciones interpersonales, el miedo, enfermedades o situaciones en que nos sentimos evaluados como les sucede a los jóvenes que se enfrentan a los exámenes”.
Puede decirse, en resumen, que la incidencia y prevalencia de los trastornos de ansiedad en los niños y adolescentes aún no están claramente establecidas. Aun así, indica Aguirre, “son los trastornos y el conjunto de síntomas psiquiátricos más frecuentes en la adolescencia, por encima de las depresiones y de los trastornos de conducta, lo cual indica la enorme importancia de su investigación”.
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