Los asistentes anoche al monólogo que nos brindo Enrique el Grande en la cueva de Melpómene, disfrutaron como monos de un espectáculo en el qué no hubo cortapisas, para describir cuánto nos rodea, tanto en la clase social en la que nos movemos hoy día. Enrique el Grande, no solo lleva preparados unos monólogos sino que disfruta como ninguno haciendo suyos e improvisando en interacción con el público que asistió a la sala, resultando algunos de ellos verdaderamente hilarantes, cómo la propuesta que se le hizo de que hablase del tren en Torrevieja y que nos hizo reír a mandíbula batiente durante un buen rato. Entre algunos de los temas que volvieron a elegir los asistente no podían dejar pasar el tema de los gays o el sexo, no dudando Enrique en mezclar en un momento determinado, trenes, sexo, gays y lo que le viniera en gana; porque él es capaz de darle la vuelta a eso y mucho más. Se despidió de Torrevieja con una propuesta inédita, que fue poner en cada rotonda una letra de Torrevieja y que seguramente sobren rotondas o falten letras
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