Fernando Guardiola
Cuando ayer por la mañana, los informadores “tomábamos” el CdT, para dar cuenta de los nuevos premiados con los Tenedores de Oro de esta edición, coincidí en el hall del mismo con Hernán, hijo de Carlos Beduino, dueño del Restaurante que pocos minutos después sería designado como “Tenedor de Oro 2014”, prestigioso premio que concede la Hostelería Local cada año. Una vez acabado el acto le propuse visitar el local para realizar un pequeño reportaje, que será el primero de los tres que realizaremos, tanto al local premiado con la “Bandeja de Plata”, como al premiado con la “Coctelera de Plata”. Así que por la tarde nos dimos cita en la puerta del restaurante Pizzería “El Muelle”, ubicado en uno de los lugares más privilegiados de Torrevieja, en el Paseo Marítimo Juan Aparicio, donde las luces del día iluminan con sus diferentes tonalidades una amplia terraza que en el largo verano torrevejense es lugar de obligada visita, y que se convierte hasta bien entrada la noche en un crisol de razas, lenguas y culturas que dan buena cuenta de la calidad del servicio y la amplia cocina de que dispone el local. Así se pueden degustar, frente al mar, deliciosas pizzas y pastas elaboradas artesanalmente, junto con los platos más clásicos de la cocina mediterránea y la mejor selección de carne argentinas.
Pero este “Tenedor de oro”, viene a premiar además de su calidad una larga trayectoria, no siempre fácil, y que el próximo día 19 de marzo cumplirá 20 años de vida. “El Muelle”, nace en el año 1983, en un pequeño establecimiento que aún existe en la calle Joaquín Chapaprieta, número 1, gracias al esfuerzo de un argentino afincado en Torrevieja, Carlos Beduino. Este local va creciendo hasta llegar en marzo de 1994 a su ubicación actual en el Paseo Marítimo. Carlos conoce a la oriolana Mónica Senén y queda prendado de ella, formando un matrimonio del que nacen tres varones, Hernán de 31 años, Alejandro de 25 y Carlos de 15. El primero de ellos tras realizar estudios de Dirección de Empresa y ejercer su profesión durante algunos años, decide continuar la labor de su padre y forma parte del potencial humano del Restaurante. Alejandro aún cursa sus estudios aunque en momentos puntuales “echa una mano” en el negocio familiar y Carlos, obviamente por la edad, sigue estudiando en un Colegio Bilingüe.
Durante una hora, Hernán fue presentándome al personal que ese momento se hallaban en el local, entre los que estaba la “mano derecha” del jefe, Philippe Marsall, a la sazón cuñado del mismo y que es desde el principio la cabeza visible del establecimiento, aunque Hernán aprovecha para decirme que aunque, casi nunca da la cara, el que “mueve los hilos” y dirige con sabiduría el “barco del negocio” es sin duda su padre Carlos Beduino, que cada día está pendiente de que todo funcione como un reloj.
El local está decorado con materiales y objetos de gran calidad, creando diferentes ambientes. Así el comedor superior está supeditado totalmente a unos grandes ventanales que tiene como mejor decorado el Mediterráneo y un paseo por el que transitan miles de personas diariamente. Pero lo que desconocía y me dejó sorprendido fue visitar la planta baja, donde se recrean diversos salones, decorados con motivos marinos y antigüedades. Salones algunos de ellos privados ideales para celebrar tanto cenas íntimas, como grandes eventos como bodas, bautizos, comuniones o comidas y cenas de empresa.
Entrar a las cocinas, cámaras frigoríficas y demás dependencias de apoyo, me dejó claro porqué de la calidad este establecimiento se ha hecho merecedor de méritos como la Q de calidad Turística, o certificados de calidad y Gestión ISO 9001; Medio Ambiental ISO 14001 y Calidad Alimentaria (APPCC). Cada rincón de esta zona está plagada de carteles con anotaciones respecto a los productos que albergan las cámaras y estanterías, e incluso los productos que almacenan sus cámaras, llevan unas pegatinas en las que se especifica la fecha de recepción y la fecha hasta la que se pude usar, además todo ello en un ambiente de limpieza y asepsia pocas veces vistas en un restaurante que normalmente tiene una plantilla que oscila entre los cuarenta o cincuenta empleados, llegando a veces como en temporada alta hasta los setenta.
Realmente ha sido un placer, conocer a mi anfitrión y cicerone y descubrir un local cuyo mejor premio en su veinte aniversario ha sido este merecido “Tenedor de oro 2014”
Podeis informaros mejor de todo lo que os he expuesto en esto enlaces
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