Más de cien cofrades participaron en un día de convivencia, en el que devolvieron al Museo la luz y el color que había perdido
Fernando Guardiola
El de ayer fue en la pequeña historia de la Semana Santa de Torrevieja, una de esas jornadas que no se olvidarán, y no fue precisamente porque se celebrara ningún evento de “altos vuelos”, sino porque, lo que en un principio el actual presidente de la JMC, Nacho Suárez, convocó como una jornada para “adecentar” el museo, se convirtió en un ejemplo de unidad y camaradería que hacía mucho tiempo no se veía entre este colectivo. Desde primera hora de la mañana comenzaron a llegar al Museo miembros de todas las cofradías y hermandades, desbordando las previsiones que en un principio, según no comentaba Nacho el día anterior rozaría los 40. Cifra que llegó a picos de 140.
Se comenzó según el programa de la convocatoria, adecuando los tronos imágenes y patrimonio de las cofradías y arreglando enseres e instalaciones. Tuvo lugar entonces una Eucaristía, que ofició el vicario de la Inmaculada, Pedro Payá que resaltó en su magnífica homilía el valor de la gente que ha trabajado por la semana Santa, que sigue trabajando y que entre todos han conseguido lo que hoy tienen. También remarcó el hecho de que en un acto tan importante, estuvieran presentes, trabajando codo con codo, Jorge Esteve, Jesús Sánchez y Nacho Suarez, los tres últimos presidentes de la JMC, que dice mucho a favor de toda la labor que la Semana Santa realiza pro de la ciudad.
Tuvo a continuación lugar una comida en la que el número de comensales superaba con creces lo previsto y hubo que hacer dos paellas enormes para saciar una mañana de mucho trabajo. Como punto final al día se reordenó totalmente el museo, que es voluntad de la nueva Junta Mayor, que recupere el esplendor perdido, ya que desde que el llorado “Willy” falleció y quizá siempre a la espera de que los políticos se pusieran de acuerdo de la apertura de lo que iba a ser su gran destino, había quedado realmente abandonado y dado que esta situación se dilata en el tiempo de las “promesas incumplidas” y nuestro tesoro artístico no puede seguir esperando en el rincón del olvido. A partir de ahora queda otro enorme trabajo por delante y es poner en el lugar que siempre ha merecido, en el contexto turístico de la ciudad. Elaborando folletos y publicitando un tesoro único, no solo en Torrevieja, sino en la Vega Baja.
Hay sin duda que dar las gracias a los desinteresados cocineros, que se involucraron desde las propias Cofradías, que como si fuera el milagro de la “multiplicación de los panes y los peces”, fueron capaces de elaborar dos paellas de 50 comensales cada una, cual de ellas más exquisita, o la de “arroz y pulpo” o la de “magra y pollo”.
La jornada de ayer en el punto de salida de la siguiente fases que concluirá en las próximas semanas con la ordenación de bordados, orfebrería y resto de patrimonio y que se comunicará en breve y una vez recuperado en toda su armonía, se celebrarán unas jornadas de puertas abiertas para disfrute de todos los Torrevejenses.
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