Actividad física y buena alimentación, piezas claves para la prevención de estas lesiones
Se estima que las mujeres padecen tres veces más fracturas que los hombres, lo que convierte al sexo femenino en más propenso a estas lesiones. La edad es un claro elemento asociado a ellas pues a mayor edad, mayor riesgo, y esto es para todos. Según el doctor César Pérez, especialista en traumatología del Hospital Quirónsalud Torrevieja, “las consecuencias de las fracturas de cadera son enormes, puesto que reducen la autonomía personal, empeoran la calidad de vida de los pacientes y aumentan la mortalidad”.
Además, existe una mayor propensión de padecer una lesión en mujeres que tengan antecedentes familiares. La osteoporosis y las caídas de cualquier origen completan el círculo en la producción de fracturas.
Es frecuente que a medida que se progresa en edad los riesgos sean mayores. Así, por cada 100.000 personas, cerca de 100 sufren una fractura de cadera en un año. Si nos referimos a mayores de 80 años, casi un 3% la han sufrido. Estas cifras son aún más altas si se analiza a la población anciana que habita en instituciones residenciales. Se calcula que en España se producen durante un año, sobre 30.000 fracturas de cadera.
Causas de las fracturas de cadera
Existen muchos factores que influyen para que un hueso se fracture, aunque se pueden reunir en dos grandes grupos: de un lado, la resistencia del hueso; de otro, la energía aplicada a éste para que se rompa. Según el doctor Pérez, “la resistencia del hueso está determinada fundamentalmente por la masa ósea, es decir, por la cantidad de hueso de buena calidad, que tiene que ver con la densidad mineral que contiene”.
Se estima que en la tercera década de la vida,se llega al máximo nivel de masa ósea y que de ahí en adelante se pierde paulatinamente hasta la menopausia, en el caso de las mujeres, y sobre los 70 años en los hombres, cuando la pérdida es mucho más acentuada. Mientras mayor sea la reserva, más resistencia tendrá el hueso en el momento de recibir golpes.
En las personas mayores, tan importante como la calidad del hueso son los golpes que se le den a este. Por eso, las caídas, son un factor esencial en el riesgo de padecer fracturas de cadera. “Los ancianos se caen por muchas causas, desde las alteraciones para caminar, la visión defectuosa o la falta de equilibrio, hasta los accidentes producto de barreras arquitectónicas como las escaleras sin pasamanos, los desniveles del suelo o la escasa iluminación de noche en las viviendas”, apunta el especialista.
Habitualmente, y salvo justificadas excepciones, el tratamiento es quirúrgico y lo efectúa el cirujano ortopedista, también llamado traumatólogo.
En cuanto a los tratamientos
Según el tipo de fractura, el estado del paciente y su situación funcional previa, se llevará a cabo un tipo determinado de intervención quirúrgica, a fin de dar solidez y estabilidad a esa articulación y para lograr recuperar la marcha del paciente. De acuerdo a las mencionadas características se utilizarán diferentes tipos de técnicas para obtener el mejor rendimiento posible, ya sea con placas, clavos y prótesis parciales o totales de la cadera.
La prevención
La prevención resulta fundamental en el tratamiento de esta patología. En el caso de la osteoporosis puede ser prevenida con anterioridad, lográndose una buena reserva de calcio en los huesos.
Si ya se está en una edad avanzada, la osteoporosis puede ser diagnosticada a través de métodos como la radiografía, la densitometría ósea o la ecotomografía ósea. Una vez diagnosticada, existen varias alternativas terapéuticas que ayudan a detener la pérdida de calcio y, en algunos casos, a restituir parte de lo perdido. El calcio, los difosfonatos, la vitamina D, las hormonas femeninas y la calcitonina son algunos de los medicamentos que el especialista tiene como alternativas para estos casos.
Resulta fundamental no automedicarse, pues todos estos fármacos, si no se prescriben con el conocimiento médico, pueden tener efectos negativos no deseados.
También se previenen las caídas. De hecho, hay estudios que señalan que cerca de un tercio puede ser evitado, lo que representaría una significativa disminución en las fracturas. Quizás la mejor forma es mantener una adecuada actividad física, acorde con la edad y las características de cada persona.
Se recomienda, en general, dar paseos de 30 minutos al día como mínimo, ya que esto mantiene en buen estado a los músculos y permite a las articulaciones no perder sus rangos de movilidad.
También es relevante la buena y equilibrada alimentación, puesto que la desnutrición es otro elemento de riesgo importante para prácticamente todas las enfermedades, así como para las fracturas y para la mejor recuperación de los operados.
Si el paciente es propenso a las caídas, a pesar de haber intentado modificar todas sus posibles causas, pueden emplearse protectores de cadera, que son aparatos especiales que se ajustan a las bragas o a los calzones a la altura de las caderas y que amortiguan el golpe, haciendo que el impacto real al hueso sea menor y, por lo tanto, ayudan a disminuir la probabilidad de fracturarse.
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