Especialistas de Quirónsalud evidencian los beneficios del amor y de la actividad sexual con motivo del Día de los Enamorados
Especialistas de los hospitales Quirónsalud de Valencia y Torrevieja afirman que durante el enamoramiento y la actividad sexual se desencadenan diferentes cambios en nuestro organismo que benefician especialmente nuestro aspecto y nuestra salud cardiovascular.
Existen evidencias científicas de que durante la fase de enamoramiento se producen diferentes reacciones químicas que contribuyen a un sentimiento de euforia y de absoluta felicidad. Sustancias como la serotonina, las endorfinas y la dopamina se elevan y provocan que las pupilas se dilaten, el corazón se acelere para entrar en un estado hormonal que puede compararse al que producen ciertas enfermedades mentales o, incluso, algunas drogas.
Entre todas estas sustancias destacan los estrógenos, hormonas responsables de que nuestra piel luzca más joven y atractiva y mejore considerablemente nuestro aspecto. Como explica la doctora Gabriela Arana, especialista del Servicio de Dermatología del Hospital Quirónsalud Valencia que dirige el doctor José Mª Ricart, “esta hormona tiene el poder de frenar prácticamente el proceso de envejecimiento cutáneo e, incluso, de revertir los cambios que ya se hayan producido. El colágeno, la elastina y el ácido hialurónico, entre otros, se depositan en nuestra piel gracias a los estrógenos, lo que contribuye a reducir las arrugas y aumentar la firmeza cutánea. La piel se vuelve más sana, tersa y con aspecto lozano, está naturalmente más hidratada y hay una mayor curación de las heridas y un incremento de sus defensas naturales”. La dermatóloga resalta, además, que los estrógenos también actúan sobre nuestros cabello y uñas, reforzando su crecimiento y aumentando su fortaleza.
Hacer el amor equivale a subir dos pisos de escaleras
Durante la estimulación sexual la tensión arterial (sistólica y diastólica) y las pulsaciones aumentan ligeramente. El mayor aumento ocurre unos 10 ó 15 segundos antes del orgasmo, con una posterior normalización rápida de estos parámetros. “Estos cambios se producen igualmente en hombres y en mujeres y son muy parecidos a los que ocurren cuando practicamos deporte, por lo que podemos asumir que con la actividad sexual hacemos ejercicio”, explica el doctor Rafael Florenciano, jefe del Servicio de Cardiología del Hospital Quirónsalud Torrevieja.
En cuanto a la cantidad de ejercicio, diversos estudios efectuados en varones jóvenes muestran que mantener actividad sexual con la pareja habitual equivale a subir dos pisos de escaleras o caminar rápidamente durante un breve período de tiempo. “Sin embargo, el esfuerzo en personas mayores o con una actividad física limitada puede ser mayor. De hecho, la frecuencia cardiaca puede elevarse hasta 130 lpm y la tensión arterial sistólica subir a 170 mmHg”, destaca el doctor Florenciano.
Con respecto al riesgo de sufrir un infarto durante el acto sexual está comprobado que en varones de 50 y 60 años es un 2,7 mayor durante la actividad sexual que durante el reposo. En individuos sedentarios este peligro es mayor. En pacientes con algún problema cardiológico se recomienda una evaluación individual por parte del especialista. “No obstante, en personas sanas la actividad sexual no supone un riesgo apreciable y puede favorecer a su salud cardiovascular”, concluye el doctor Florenciano.
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