Antonio Sala Buades
El Ayuntamiento de Torrevieja en La Mata, sede habitual, fue escenario el viernes 10 de mayo, a las 20 horas, de la segunda de las conferencias del tercer ciclo dedicado a potenciar nuestras lagunas, organizado por Ars Creatio y con el patrocinio del Consistorio local y la Sede Académica de la Universidad de Alicante. Con la presencia de su delegado, José Norberto Mazón, fue presentado el acto por la secretaria de Ars Creatio, Ana Meléndez, que se refirió al documento del militar y científico inglés Samuel Cook en su visita a Torrevieja tras el terremoto, en el que contaba que casi todas las casas habían quedado derruidas excepto los molinos.
Antes de la ponencia, Josefina Nieto, presidente de la citada asociación cultural, le entregó un obsequio a Joaquín Carrión, como agradecimiento a su colaboración al ceder la fotografía que ha ilustrado el cartel de estas jornadas. En esta ocasión, el fotógrafo se convirtió en el objetivo del resto de cámaras que inmortalizaron el momento.
A continuación se desarrolló la conferencia «Molinos salineros en Torrevieja» por Francisco Sala Aniorte, cronista oficial de la localidad, licenciado en Antropología Social y Cultural por la Universidad Miguel Hernández, vocal delegado de Informática y Nuevas Tecnologías de la Real Asociación Española de Cronistas Oficiales. Ha publicado numerosos artículos y libros de temática histórica y antropológica en diarios, semanarios y revistas provinciales e internacionales, entre otros Información, La Verdad, Oleza o Canelobre, así como diversos trabajos científicos en jornadas y congresos nacionales e internacionales.
En su exposición, Francisco Sala detalló la historia de los molinos de Torrevieja, ofreciendo diversos aspectos de sus variedades, funcionamiento y ubicación, por medio de planos y fotografías, en el pueblo. Con el transcurso del tiempo, para moler terrones de sal se fueron introduciendo mecanismos de fuerte tradición mediterránea, los molinos de viento. Torrevieja llegó a tener diez o doce molinos en el breve espacio de un cuarto de legua, con sus velas latinas batiendo vientos, en lo alto de la población; y más abajo, veleros de todas las procedencias fondeados en nuestra bahía para cargar sal.
En el comienzo del recorrido histórico, Francisco Sala mencionó la evolución desde los molinos barqueiformes (en forma de barco), los de piedra o los de madera, hasta los hidráulicos. El molino de viento se extendió por todo el mundo. Se distinguían los de cangilones o arcabuces, de un tímpano o de dos tímpanos, que se usaban para extraer agua. Llama la atención que algunas de las piezas que componían los molinos para moler sal y cereales tenían nombres semejantes a las de los barcos (como el botalón).
El origen de los molinos de Torrevieja se remonta a comienzos del siglo XVII. El Ayuntamiento de Orihuela, al fracasar el intento de convertir la laguna en piscifactoría, la dona al Estado, que decide explotarla con la extracción y el embarque de sal. En 1772 se ordena erigir una ermita en Torre Vieja. El primer administrador de las salinas, Antonio Parra, decidió asimismo la construcción de las Eras de la Sal. Su yerno, Antonio Hidalgo Calvo —que había sido administrador de las salinas de San Pedro del Pinatar—, tras el terremoto acaecido en 1802, decide trasladar las oficinas de la Administración de las salinas de La Mata a Torrevieja. Gracias a él se fundó la ciudad que hoy conocemos, motivo por el cual llegó a tener una calle, la actualmente dedicada a Pedro Lorca. Al venir de San Pedro, Hidalgo se había traído trabajadores especialistas: herreros, guarnicioneros, carpinteros y molineros.
El conferenciante fue mostrando diversos documentos, como planos y fotografías antiguas de Torrevieja —una de 1919 con el poblado de La Mata y Lo Albentosa, y otras de Darblade de 1888 y 1896, ésta con álamos en el paseo Vista Alegre y el Casino recién inaugurado— y las salinas de San Pedro, que enriquecieron la exposición. También ofreció datos sobre los primeros molineros registrados (en los libros parroquiales) en la ciudad, entre 1789 (el primero procedía de San Javier) y 1819 (cuatro más de Torre Pacheco y otro de San Pedro), o sobre el texto que dejó escrito Samuel Cook.
Francisco Sala mencionó también los dos molinos a vapor que existieron en Torrevieja. Uno de ellos fue protagonista de un trágico suceso el 12 de diciembre de 1890, día en que una explosión causó varias víctimas mortales, entre las que se encontraban mujeres y niños pequeños. Terminó el recorrido con fotografías de los últimos molinos que desaparecieron de la localidad —recordados en sus ruinas por los habitantes de cierta edad— y por los edificios de las salinas torrevejenses dedicados a la molienda, con el dato de que la parte de la sal se exportaba sin moler pasaba después por molinos de Valencia o Barcelona. Como dato curioso, citó la discoteca El Molino, cuya entrada remedaba uno de ellos; y el que recientemente se ha construido —para funcionar, aunque hoy no lo haga— en la plaza del mismo nombre. Son las escasas imágenes que nos quedan de un paisaje de tiempos no muy lejanos.
Como acto final, Josefina Nieto entregó al ponente el logotipo en sal de la asociación obra de Miguel Pérez Muñoz. La presidente de Ars Creatio también nos desveló un «secreto»: una asociación de alumnos del colegio Cuba, después de la ayuda que les prestó en un trabajo, decidió en asamblea ponerse el nombre de Francisco Sala Aniorte.
Con la segunda ruta cicloturista del sábado 11, que ha cubierto igualmente todas sus plazas en la inscripción, se darán por concluidas estas III Jornadas sobre las Lagunas de La Mata y Torrevieja. Ars Creatio prepara ya las cuartas, en las que seguiremos descubriendo la historia y las múltiples posibilidades de nuestro más emblemático enclave.
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Filed under: Actualidad, Cultura |
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