La noche de San Juan despidió las Hogueras con llamas, lágrimas y una lluvia inesperada que vino desde las mangueras de los bomberos
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La fiesta llegó a su fin, pero lo hizo con la grandeza de los momentos que dejan huella. Las Hogueras 2025 se despidieron en una noche cargada de emoción, fuego purificador y una explosión de sentimientos que unió a cientos de personas bajo un mismo cielo: el de la cremà, el fuego que todo lo transforma. El recinto de la Hoguera del Calvario acogió las últimas celebraciones de esta edición festera con el tradicional Sorteo de Regalos, tan esperado como simbólico. Un gesto que, más allá de la suerte, refleja la generosidad y el compromiso colectivo por mantener viva una tradición que no sería posible sin el respaldo incondicional del Ayuntamiento, la implicación de voluntarios, y el entusiasmo de vecinos y colaboradores. La música del DJ Rafa animó la velada mientras el ambiente se llenaba de risas, abrazos, promesas de “el año que viene, más” y miradas que sabían que el final estaba cerca.
Poco antes de la una de la madrugada, el silencio comenzó a instalarse, expectante. Era la hora. La hora del fuego. Encabezados por el alcalde, Eduardo Dolón, y el concejal Domingo Paredes, las máximas representantes festeras —la Belleza del Fuego, María Emilia López Strutynsk, con sus damas Aránzazu Fernández y Ainhoa Elvira Ferrer; la Belleza Infantil, Jennifer Rebollo López, con su dama Adriana Montesinos; la Reina de la Sal, Nuria Martí, junto a sus damas Ana Vidal e Inés Martínez—, acompañados por el Presidente de la Hoguera, Alfredo Guillén Castro, iniciaron el ritual: el indulto de algunos ninots, esos personajes que logran escapar de las llamas, y la posterior ignición de las tracas que harían arder los monumentos.
Primero fue el infantil, titulado “Elements”, que ardió como símbolo de la infancia festera, del juego, de la chispa que todo lo inicia. Después, el monumento mayor, “Todo Deportes”, una oda a la identidad local, a sus pasiones y a su vitalidad, prendió con fuerza, iluminando el rostro de quienes, durante un año entero, soñaron con ese instante exacto.
Las lágrimas se mezclaban con la sonrisa emocionada de los niños, de los jóvenes, de quienes sabían que aquello no era el fin, sino un comienzo más: el ciclo eterno de las Hogueras. El humo, espeso y solemne, se elevó en la noche como el espíritu de una ciudad que arde, pero nunca se consume.
Y entonces llegó el agua.
La Policía Local y Protección Civil trabajaron incansablemente para asegurar el perímetro, mientras las conocidas turbas de jóvenes clamaban entre risas por los esperados chorros de agua que lanzaron, una vez más, los bomberos del Parque Vega Sur. Mangueras en alto, corazones en ebullición: no hubo rincón seco. La escena fue de película: gritos, carreras, música, luces, y reporteros —entre ellos À Punt, TVT, y el equipo de Objetivo Torrevieja— empapados y felices, como cualquier otro vecino.
La fiesta terminó como empezó: con fuego en los ojos y agua en la piel. Un adiós que es siempre un “hasta pronto”. Porque las Hogueras no se apagan nunca del todo… Solo descansan, esperando arder de nuevo el próximo 24 junio de 2026.
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