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Fútbol: Alcira, 1; Torrevieja, 0 …sobre ríos y cañas

F.C. Torrevieja

F.C. Torrevieja

Crónica de Antonio Sala Buades

Cuando ya estamos sintiendo el aliento terrible y el temor empieza a hacer mella en nuestros espíritus, en absoluto consuela un partido aceptable si no viene refrendado por un aumento de la escasa cuenta de puntos. Dentro de esta irregular temporada, en la que tan poco valor —si es que alguna vez fue mucho— está teniendo la lógica a priori, la clasificación no ofrece previsiones fiables para lo que deparen los partidos. Por eso, más que nunca, hay que disputarlos sin complejos, en la consciencia de que en cualquier campo se puede sacar fruto. Como en otras derrotas recientes que nos llevaron a reflexiones semejantes, si vamos al hecho escueto, nada de particular observamos en que un aspirante al ascenso venza en su estadio a un equipo que se debate por la permanencia —y así, sin mayores circunloquios, debemos referirnos ya al Torrevieja—, independientemente del trabajo que le haya costado o de que, incluso para su propia afición, los méritos exhibidos no hayan estado a la altura.
Tampoco aportamos demasiado al comentario escribiendo que el Alcira se limitó al esfuerzo mínimo. Porque va convirtiéndose en costumbre que el rival, por muy cualificado que parezca, nos gane sin que le veamos más virtudes que a cualquiera del montón, y eso que este año el montón está muy surtido. El encuentro respondió a su carácter de horario extraño e insuficiente descanso —acumulación para unos, madrugón para otros—, de modo que se iba a resolver en unos dos o tres lances. Y en este trascendental capítulo, pese a la excepción de Utiel que confirma la regla, los salineros llevan clara desventaja. Subrayemos que no es que el Torrevieja jugara mal —al menos, no tan mal como en sus jornadas aciagas—, sino que volvió a acusar sus evidentes limitaciones. Y es que en fútbol, aunque se afirme que el centro del campo es la base del equipo, lo incuestionable es que los resultados se deciden delante y detrás. Y en dichas zonas seguimos romos y blandos, respectivamente.
Los alcireños comenzaron con eso que damos en llamar dominio territorial o control del juego. En la tarea de contención no pasaba apuros el Torrevieja, bien colocado y amagando salidas con Manu Amores de enlace. Los clásicos minutos de tanteo se prolongaron hasta pasados los treinta, pues ambos conjuntos se desenvolvían en su papel, entre la parsimonia y la contemporización. Sólo algún que otro trazo de envío largo a William sembraba la momentánea inquietud en las filas visitantes, que continuaban aplazando sin hora la faceta del ataque. Transcurría así un anodino primer tiempo, hasta que los de Joserra se animaron a aguantar la posesión de la pelota y a tocarla con fluidez. La lucha se equilibró si es que no cambió de dueño. Pero las combinaciones que se hilvanaron morían en el último o penúltimo pase, por ende con nulas consecuencias para el marco de Joan. Mala señal que el guardameta adversario quede inadvertido. Y mucho peor, que ello ocurra con frecuencia.
Por supuesto, para mantener tal estado de cosas no cabían fallos de concentración. Todos conocemos la fragilidad del edificio y lo que cuesta construir uno nuevo cuando aquél se viene abajo, así como lo inopinadamente que esto sucede. Siendo fundamental mantener el empate inicial, volvimos a las andadas. Casi sin proponérselo, sin haber trazado un plan específico para ese lance aislado, los valencianos extrajeron todo el producto posible de un balón suelto y con apenas dos toques, de William y del ejecutor David Verdú, suficientes para ponerlos con el marcador favorable. Lo cual significa mucho con este Torrevieja, que sólo ha sido capaz de igualar cuatro partidos —y eso que, dicen, eran otra época— tras encajar el primer gol. Significa tanto como que, con dejar que todo discurriera por su cauce natural, el Alcira se habría anotado la victoria. Y no es el Alcira un equipo que se deje sorprender en tan propicia situación. Luchando contra su destino, los de amarillo seguirían esbozando lo que no serían capaces de completar. Tampoco en el Luis Suñer Picó.
Ya con Koeman en el campo, el Torrevieja obtuvo un poco de profundidad y redistribución en la parcela del contrincante, pero aún a muchos metros del área. Además, según adelantaban líneas los torrevejenses, los azulgranas encontraban menos trabas para sus evoluciones. Haciendo lo que debían y hasta lo que se esperaba, sin brillantez ni florituras, los de Ponz dispusieron de dos oportunidades para sentenciar. Al no culminarlas con una segunda diana, el subsiguiente conservadurismo acarrearía un rato incómodo a la afición local. El Torrevieja quería y no podía, y paulatinamente iba recurriendo a los disparos lejanos sin convicción. Agotándose el tiempo, sólo una acción táctica proporcionaría el consuelo menor del empate. Desde la esquina serviría Patri un balón de oro a Abel, que hubo de lamentar —y nosotros con él— que el palo repeliera su testarazo. Convendremos en que el bagaje ofensivo era escuálido, pero nos habría insuflado ánimo un puntito. El caso es que otra vez, y ya aburre, perdimos contra un equipo cuyas habilidades se redujeron a pescar en río revuelto. Pues hasta para eso hace falta tener caña. Y usarla, claro.

Alcira: Joan, Óscar Prats, Mateos, Onrubia, Ortega, Coque, Lluis (Valiente 70’), Micó, David Verdú, Pierrick (Marcos Campos 62’) y William (Gisbert 82’).

Torrevieja: Tur, Vicente Boix, Juanfran, Rafa, Dani Meseguer, Jorge, Burguillos (Abel 67’), Cuco Ros (Patri 79’), Luis Carlos (Koeman 51’), Manu Amores y Gasch.

Árbitro: Morales Yuste, de Valencia, auxiliado por Cervera Ferrer y Ferrer Cáceres. Amonestó a los locales Lluis, Óscar Prats, David Verdú y Onrubia, y a los visitantes Jorge, Rafa, Dani Meseguer, Vicente Boix y Abel.

Incidencias: La directiva local puso el partido a las 11 de la mañana para no coincidir con las habituales celebraciones del Domingo de Pascua; por ese motivo, la expedición torrevejense hubo de partir a las seis y media, cuando además en esa madrugada se había producido el cambio de hora. El Torrevieja sigue ocupando el decimoctavo puesto, primero de descenso, en el que cayó al término de la jornada anterior, en la que no compitió.

El gol: 1-0, 35’: David Verdú supera por bajo, de toque suave y cruzado, la salida de Tur tras recibir escorado a la derecha un pase de William.


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