Crónica de Antonio Sala Buades
Sucumbir en un escenario como Castalia entra en todos los cálculos, incluidos los optimistas. Lo que escapa a las previsiones, sobre todo después de la recuperación en juego y actitud de las últimas jornadas, es la manera en que caímos, ante un rival que se limitó a aprovechar los obsequios que se le presentaron. Quizá el Castellón, por el puesto que ocupa, es capaz de algo más; la cuestión es que no le hizo ninguna falta. Le bastó con dejarse llevar por el viento favorable, de una intensidad inesperada. El primer gol supuso una losa para los torrevejenses, que continúan sin saber desenvolverse con un marcador adverso. El mucho tiempo que quedaba por delante para tratar de enderezar el rumbo, además de no aportar tranquilidad a la empresa, significaba una losa contra la que había que pelear. Pero el problema no es ya que carezcamos de mordiente rematador —por si hubiera pocas desgracias, también hemos perdido a Koeman para el resto de temporada—, sino que el medio campo resultó inoperante. Cuando los albinegros no recuperaban un balón, los amarillos marraban el pase. Así, huelga decirlo, resulta imposible avanzar.
El partido no ofreció apenas variantes, dado que el 1-0 significó el principio del fin. Los de Fernández Cuesta se encontraron con demasiadas facilidades y vieron muy allanado el camino que para ellos desembocaría en la victoria, tan necesitada después de dos derrotas seguidas. Claro, que hablando de necesitar, a nosotros también nos urgía. Es lo que tiene un choque de estas características, que sólo uno puede aliviar sus angustias. A los salineros ni siquiera les queda el consuelo de un cuarto empate. Ya adelantábamos en estas mismas líneas nuestro temor por lo que ocurriría si el contrincante tomaba ventaja. Pues, de momento, ha ocurrido lo que suele y lo que duele: el Torrevieja continúa carente de reacción, ni en goles ni en disposición. Sólo las carreras de Manu Amores hacían atisbar alguna posibilidad de pisar el área del antagonista, pues cada conato de combinación visitante era abortado de inmediato. El Castellón tampoco practicaba un fútbol brillante que digamos, pero tenía suficiente mientras se mantuviera su ventaja y, sobre todo, no progresara el contrario, para lo cual no precisaba grandes esfuerzos.
Al principio de la segunda mitad, apenas durante unos cinco minutos, parecía que el Torrevieja sería capaz, cuando menos, de echar hacia atrás a los locales y de que éstos se preocuparan por el devenir inmediato. Pero fue sólo la impresión, porque de nuevo volvimos a lo mismo, es decir, a la nula producción de los nuestros. El Castellón ejerció su conservadurismo, sencillamente, sin descomponer el esquema. No tenía que retrasar sus líneas porque no se le exigía hasta tal extremo. Los golpes francos, asimismo escasos en número, tampoco crearon problemas a Salva. De modo que la contienda transcurría sin trabajo para los porteros, aunque con la lógica ansiedad de los que tenían que marcar y no hallaban la forma ni siquiera de aproximarse. Era evidente que, excepto una acción inspirada, altamente improbable por los derroteros que habíamos tomado, si se producía un gol sería como consecuencia de un fallo defensivo. Y en esta rifa, la mayoría de las papeletas están en un bolsillo, adivinen de quién.
Con el segundo tanto, tras el segundo regalo, todo estaba más que sentenciado, si es que no lo estaba antes. Entonces el Torrevieja añadiría resignación a la inoperancia. Los últimos minutos cumplieron con el expediente. Y el último de todos trajo una tercera alegría —y el colmo de lances aciagos, guinda amarga para los de Joserra— para la animosa afición castellonense, que sigue apoyando a su equipo con todo entusiasmo a pesar de la categoría tan poco gratificante (para ellos) en la que compiten. La nostalgia de felices tiempos pasados que ofrecía el vídeo-marcador de Castalia durante el descanso se vio refrendada con una noche de gloria dentro de lo que cabe. El árbitro consideró oportuno, y se lo agradecimos, eximirnos de tres minutos —nada decisivo habría sucedido en ellos— de la prolongación que iba aplicar, después de interrumpir el juego tras los petardazos que hubo de sufrir Tur. Después de ver este partido, puede que algunos se preguntaran qué hizo el Castellón para ganar por 3-0; y algunos responderían que recoger lo que se le ofrecía. En lo que a nosotros respecta, y bien que lo sentimos, lo que nos preguntamos fue qué hizo el Torrevieja para no perder por 3-0. Antes de responder, mejor que contemos hasta diez. O que terminemos de escribir.
Castellón: Salva, Abraham, Rafa Gimeno, Marc Trilles, Blyndu, Guille, Julián, Lois, Marc Cosme (Álex Felip 57’), Jordi Mareñá (Dani Galán 72’),y Adolfo (Óscar Pozo 85’).
Torrevieja: Tur, Vicente Boix (José Manuel 67’), Jorge, Rafa, Dani Meseguer, Burguillos, Cuco Ros, (Mati 77’), Manu Amores, Sergio Manjón (Luis Carlos 45’), Villanueva y Gasch.
Árbitro: Ruiz García, de Valencia, auxiliado por Martínez Caballero y Monzón Domingo. Amonestó a los locales Marc Trilles y Jordi Mareñá.
Incidencias: El partido se jugó el viernes a petición del club local, por los actos de las fiestas de La Magdalena previstos para ese fin de semana. Se guardó un minuto de silencio en señal de duelo por el fallecimiento del aficionado local Ernesto Bonet (apodado el Buitre, a quien se recordó con una pancarta y con cánticos en varios momentos de la noche) y por la abuela del guardameta David Jiménez. Se disputó todo el encuentro con los focos del estadio encendidos. Antes de empezar la segunda parte, fueron lanzados petardos cerca de Tur cuando éste se dirigía a su puesto para reanudar el encuentro; también le tiraron otro, muy cerca, en el minuto 17 de ese periodo, cuando se disponía a sacar de meta; y otro tras el segundo tanto local. Por este motivo, el árbitro detuvo el partido y advirtió de su posible suspensión. Después de unos minutos, se pidió por la megafonía al público que se abstuviera de lanzar objetos. Pese a que se habían anunciado seis minutos de prolongación de la segunda parte, según el cartel exhibido por el delegado local, el árbitro señaló el final del partido antes de cumplirse el 48, tras el tercer gol. En el viaje de vuelta, el autobús del equipo recogió a los acompañantes que viajaban en el coche de Vicente Boix Mora, el presidente del club, que hubo de detenerse en la autovía, a pocos kilómetros de Valencia, a causa del reventón de una rueda, originado por un fragmento de una viga de hormigón que cayó de un camión que lo precedía.
Goles: 1-0, 11’: Adolfo remata de volea, ante la media salida de Tur, un centro de Marc Cosme desde la derecha, tras fallar Vicente Boix en el corte de cabeza. 2-0, 72’: Julián empuja a la red tras un forcejeo con Tur caído en el suelo, después de que éste no acertara a blocar un centro de Rafa Gimeno. 3-0, 90’: Dani Galán completa una jugada de contragolpe con un disparo ajustado al poste izquierdo, después de que Rafa resbalara cuando iba a despejar y de recortar a Jorge, que también cayó al suelo.
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