Antonio Sala Buades
Ya decíamos tras la (doble) visita a Crevillente que no había que desdeñar un empate, y que haber sumado un punto, en principio escasa cosecha, en algunos partidos saldados con derrota nos habría situado mucho mejor de lo que ahora estamos. Con la segunda vuelta recién comenzada nos reiteramos en tal reflexión, aun cuando hayamos de reconocer que del compromiso de Sagunto uno de los pocos aspectos destacables haya sido precisamente ése, el resultado. Porque ningún equipo rinde igual de un día para otro. Las premuras del calendario nos han llevado al estadio Nuevo de Murviedro sin haber terminado de saborear las mieles del Luis Suñer Picó, y nos hemos encontrado con la otra cara de la moneda por haber visto al Torrevieja —sobre todo en la primera mitad— a remolque de su rival, de distinta manera de lo acontecido en la redonda mañana del domingo anterior. Al final, entre el oficio de los nuestros y la falta de temple de los valencianos, aguantaríamos el envite, lo cual no es baladí si tenemos en cuenta cómo se las gasta la competición.
El conjunto de Frank Castelló se caracterizó por una fuerte presión en todas las líneas que hacía muy fatigosos los ataques salineros; aunque, para hablar con propiedad, habríamos de decir los conatos de ataques. De hecho, en los primeros cuarenta y cinco minutos no tiramos a portería, pero es que tampoco nos acercamos al área. El reloj corría sin que los de Galiana, siempre incómodos con las estrecheces y las apreturas del rectángulo, se reconocieran a sí mismos. Los locales ocupaban los espacios con notablemente mayor eficacia, y además de impedir cualquier avance al adversario se manejaban con rapidez y cierta desenvoltura a la hora de tirar hacia delante. Las bandas también les funcionaban, de ahí que los primeros apuros para la zaga amarilla vinieran desde ellas. Por fortuna para nuestros intereses, no hubo ningún rematador certero, ni de cabeza ni con los pies, a varios centros peligrosos. Los torrevejenses, para más inri, se mostraban premiosos en la retaguardia, trazaban pases comprometidos o directamente al contrario, y hasta parecían achicarse en la pugna cuerpo a cuerpo.
La fortuna nos sonrió al repeler el poste el disparo de Clausi, la ocasión más clara del Saguntino antes del descanso. Y es que el tanteo de 0-0 era en esos momentos lo más benévolo que nos podía suceder. Capeábamos el temporal en defensa, porque en la media perdíamos muy pronto la pelota, y cuando la teníamos no avanzábamos ni para cruzar la raya divisoria. El recurso continuo de la cesión atrás a Óscar denotaba una carencia de ideas que los de casa trataban de aprovechar encimando con mayor intensidad. Se veía que el Torrevieja estaba muy exigido y por momentos desbordado. Pero el marcador no se movió, lo cual nos infundió ánimos para el segundo periodo. Pronto se apreció una cierta mejoría, refrendada por un tiro —el primero, por fin— de César desde fuera del área que obligó a intervenir a un hasta entonces inédito Adrián Lluna. Otro factor de la citada mejoría de los visitantes estribaba en que los rojillos no tenían tantos huecos a su disposición como antes, de modo que la lucha se niveló hasta neutralizarse recíprocamente ambos contendientes.
Con Adrián Banderas sobre el césped recibimos unas dosis de pausa y criterio que nos hicieron augurar un cambio radical. Fue la fase en que el Saguntino, no tan fresco en la presión, se mostró más vulnerable y en la que empezábamos a pisar su área. Sin embargo, no tuvimos continuidad —ni quizá excesiva ambición— en el juego ni se concretó éste en oportunidades. Se encaraba por tanto el último tramo, con la imperiosa necesidad de no fallar para que el botín no se escapara, y con la angustia de que una simple descoordinación lo echara todo a rodar. Todavía hubimos de pasar apuros con un golpe franco que dejó a Gallego en buena situación. Ya en las postrimerías, vimos la cara y la cruz. Un remate de Alexis estuvo cerca de darle al Torrevieja el triunfo; sólo un minuto después, lo tendría en sus botas Martínez, pero el delantero no maniobró con la serenidad suficiente para superar a Óscar, de nuevo providencial. De tener el partido ganado a tenerlo perdido, apenas unos segundos de diferencia.
Vaya lo uno por lo otro para conformarnos con el punto de marras. Lo cual no quiere decir que nos resignemos, pues si en la primera parte vimos realmente mal el asunto, en la segunda nos quedó la sensación de que podíamos haber hecho más. En próximos compromisos deberá demostrar el Torrevieja de lo que es capaz. De momento, uno más para el casillero, que no es poco.
FICHA TÉCNICA
Categoría: Tercera División. Grupo: sexto (Valencia). Temporada: 2014-2015. Jornada: 22.
Estadio: Nuevo de Murviedro. Fecha: miércoles 7 de enero de 2015. Hora de comienzo: 20.00.
Atlético Saguntino: Adrián Lluna, Fran Gámez, Salinas, Moros ©, Senchermés, Sergio Boix, Clausi, Sandu (Toni Soler 40’), Da Silva (Martínez 80’), Pedro y Tobías (Gallego 69’). No jugaron: Germán y Gómez. Entrenador: Francisco Castelló de Pereda.
Club Deportivo Torrevieja: Óscar, Vicente Boix, Berna, Alexis, Rubén, Jorge ©, Borja, Burguillos (Adrián Banderas 58’), Ferrán (Cristian Sánchez 72’), Rafa Gómez y César (Carrasco 82’). No jugaron: Marcos y Brani. Entrenador: José Emilio Riquelme Galiana.
Árbitro: Fermosell Pérez, de Castellón, auxiliado por Fuente Fuente y Sales Alarcón. Amonestó a los locales Da Silva y Toni Soler y a los visitantes Borja y Jorge.
Incidencias: Primer partido de la segunda vuelta, disputado en la tercera de las cuatro jornadas previstas por el calendario en miércoles. Como un espectador más acudió al estadio el retirado jugador internacional del Valencia Fernando Gómez Colomer, cuyo hijo (Víctor Gómez Gallego) estaba convocado aunque no llegó a jugar. Se guardó un minuto de silencio en memoria de un socio del club local fallecido dos días antes. Se disputó todo el encuentro con los focos del estadio encendidos. Sandu hubo de retirarse lesionado. El Torrevieja sigue sin ganar en el campo del Saguntino, en el que ha conseguido cuatro empates en seis visitas.
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Filed under: Actualidad, Deportes |
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