Objetivo Torrevieja

Lance de Torrevieja -Castellón (Archivo)

Antonio Sala Buades

Y el Torrevieja aguantó con su puerta a cero. Éste podría ser el escueto resumen de un partido en que el tópico de «empate muy trabajado» se quedaría corto por la evidencia de lo que hubo que sufrir ante un equipo de grandes cualidades técnicas —y nula puntería, digámoslo todo— animado en la grada por varios millares de aficionados, lo que constituye una notable excepción en el fútbol regional. El Castellón continúa expiando sus culpas por la Tercera División, pero su estadio ofreció un aspecto que recordaba épocas de gloria. Fuera por las fiestas de la Magdalena o por la sensibilidad de la parroquia con sus colores —algunos deberían tomar ejemplo—, el Nuevo Castalia se vio poblado de espectadores. Los decibelios en cada ocasión local nos transportaban a un encuentro de superior categoría. En otras circunstancias, un viaje a este espléndido recinto sería un auténtico premio para los seguidores —y para los jugadores— que no hemos conocido lides más famosas en primera persona. Pero en las actuales, los salineros se ventilaban siquiera un soplo de moral antes de lo que se le viene encima, los duelos con rivales de su zona.
La plaga de lesiones continúa asolando a la plantilla de Galiana, que de nuevo hubo de configurar un once recolocando hombres en diversas demarcaciones. El 4-1-4-1 quedaba dibujado con Burguillos (en ausencia de Jorge) entre líneas y Obele como delantero. El lanzamiento de éste en el área a los trece minutos, escorado a la izquierda, con efecto exterior hacia el otro palo y que salió desviado, fue el primero y el último de los visitantes. Los albinegros, eventualmente rojigualdos valencianos, esperaban sus opciones dominando en el medio campo, hasta la zona próxima al área de Óscar, por medio del enorme trabajo de Rubén Suárez, un futbolista que podríamos calificar de calidad extra. Sin embargo, según transcurrían los minutos, el Torrevieja le cogió el tranquillo al choque, de modo que los orelluts recurrían —y así lo harían hasta el final— a provocar faltas, a veces con descaro, en la zona media adversaria. No pasaríamos demasiados apuros hasta que terminaba el primer tiempo, en un barullo que no acertaron a resolver ni Negredo ni Gallego, éste de rebote; y sobre todo en un testarazo a placer del primero a saque de esquina de Rubén Suárez, que inexplicablemente salió desviado. El empate a cero, ese gran valor, continuaba, para nuestro gozo, en todo lo alto.
Tras el intermedio, con el doble cambio de Calderé, el Castellón salió con aún más posesión de la pelota, mientras el Torrevieja sólo la retenía en muy contadas ocasiones. Tras una llegada de Burguillos al área de Álvaro —lo anotamos para que quede constancia de la segunda, aunque ésta sin remate final—, al contragolpe nos dieron el siguiente susto, con un pase del inevitable Rubén Suárez a la izquierda —acción que repitió mucho sin que supiéramos pararla— para Yagüe, y tras el rechazo del portero remató alto Canadell. Ya no habría tregua para un cuadro local volcado y que insistió forzando golpes francos y saques de esquina. El resto del partido no tenía otro aliciente que saber si el Castellón lograría finalmente hacer barraca. Por otro lado, las posibilidades de contragolpe del Torrevieja quedaron mermadas por la carencia de fluidez en los pases. Sólo se apuntó alguno en vertical para Obele, pero los ataques no pasaron de meros amagos. El envío largo para el espigado Negredo constituía el grueso de las operaciones locales, desactivado por la soberbia actuación de nuestros centrales.
En el último cuarto, el Castellón acentuó su ofensiva: córner, golpe franco; golpe franco, córner. Rubén Suárez y después Canadell centraban un balón tras otro poniendo a prueba no sólo la disciplina sino los nervios de una defensa que esta vez respondió a plena satisfacción. Antes hubo de superar un punto crítico, una de las jugadas que pudieron acabar en gol. Selvas cabeceó el enésimo servicio de Rubén Suárez y Óscar acertó a poner el cuerpo de modo que la pelota pegó en el poste. Nos habíamos salvado otra vez. Ya concentrados en mantener la igualada, con Obele cojeando y haciendo lo que podía en la brega, de nuevo —¿adivinan quién?— Rubén Suárez abrió a la izquierda para un desmarcado Pino, cuyo remate con efecto interior fue desviado por Óscar. En el descuento, más saques de esquina hasta un total de trece, y unas cuantas faltitas más, para el Castellón. Pero que si quieres arroz. Esta vez, el cántaro fue muchas veces a la fuente pero no se rompió. De modo que nos trajimos un punto, que, como el de Onteniente, valorado en su justa medida, sirve para que creamos en nosotros mismos antes de afrontar los envites decisivos, los que disputaremos a partir de ya, para no meternos en líos desagradables.
FICHA TÉCNICA

Categoría: Tercera División. Grupo: sexto (Valencia). Temporada: 2014-2015. Jornada: 32.
Estadio: municipal Nuevo Castalia. Fecha: viernes 13 de marzo de 2015. Hora de comienzo: 20.31.

Club Deportivo Castellón: Álvaro, Gallego, Pablo Suárez (Pino 61’), Selvas, Guille ©, Meseguer (Gabi 45’), Dani Pujol (Canadell 45’), Negredo, Yagüe, Rubén Suárez y Pruden. No jugaron: Álex y Juanra. Entrenador: Ramón María Calderé del Rey.

Club Deportivo Torrevieja: Óscar, Vicente Boix ©, Edi (César 42’), Alexis, Rubén, Burguillos, Borja, Obele, Corella (Juanra 77’), Adrián Banderas y Berna (Cristian Sánchez 81’). No jugaron: Carrasco y Brani. Entrenador: José Emilio Riquelme Galiana.

Árbitro: Pintado Calero, de Valencia, auxiliado por Carbonell Leal y Fuentes Molina. Amonestó a los locales Meseguer y Gabi y a los visitantes Burguillos, César, Adrián Banderas y Berna.

Incidencias: Como hace dos temporadas con el Castellón como local, y a petición de éste, se adelantó el partido al viernes por estar celebrándose las fiestas de la Magdalena en la capital de la Plana. El equipo local, por el citado motivo de celebrar las fiestas de la ciudad, jugó con la camiseta de los colores de la bandera regional valenciana. Edi hubo de retirarse lesionado. Debutó con el Torrevieja Juan Ramón Martínez Hernández. Obele jugó los últimos minutos del partido cojeando ostensiblemente.

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