Victoria salinera que asegura matemáticamente el subcampeonato y que fue menos sencilla de lo que indicó el guarismo final.
Los salineros son el único equipo que ha sido capaz de encadenar 5 victorias consecutivas en las últimas jornadas, y demuestran así buenos mimbres para soñar en el futuro si se ajustan los parámetros que así lo requieran. Bajo un calor abrasador, el Algorfa se adelantó nada más arrancar el partido con un tanto señalado por unas rigurosas manos de Lucas Góngora. La repetición demuestra que no hubo mano, si bien es cierto que el gesto técnico de apartar el brazo para evitar el contacto e iniciar el posterior control de contragolpe, fue lo que pudo confundir al colegiado.
A pesar del sofocante calor del choque, fijado a las 17.30, los salineros no perdieron la cara al partido. Tocaban y tocaban pero con espesura, ante un rival bien posicionado. Pero no perder la convicción llevó al propio Lucas Góngora a profundizar y servir para que Hucha se revolviera en el área y firmara el psicológico 1-1 antes de ir a la caseta.
En la reanudación el Torrevieja se soltó, y si bien el meta visitante Ramón tuvo que aparecer en una parada fundamental, el Algorfa no pudo mantener el ritmo de la primera parte. La salida al campo de Gonzalo fue determinante, pues bajó a recoger muchos balones al centro del campo y comenzó a abrir huecos a su antojo.
Fredrik inventó un taconazo que pareció agonizar sobre el césped artificial ante el implacable mercurio, pero la carrera de Salva se adelantó a la defensa y resucitó el esférico parar servir al propio Gonzalo. La remontada se había consumado. Parecía un espejismo, un oasis en el desierto, pero había ocurrido.
Demasiado bonito para ser verdad, podían rumiar los buenos conocedores del balompié y de los destinos del Torrevieja esta campaña, en la que no siempre el buen trabajo se ha visto coronado por los resultados anhelados. Y así fue. En un estudiado saque de banda a la altura del banquillo local, el Algorfa peinaba al área y Pastor remachaba adelantándose a la defensa. Entre sudor y sudor derrochado para remontar, quizá faltó una pizca de concentración en ese momento clave. Pero la unión del Torrevieja fue digna de elogio en las malas y en las buenas. La defensa continuó achicando balones y sacando el esférico con personalidad, y pronto Hucha volvió a poner la directa. Un rechace fue convertido por Ángel y nuevamente el equipo era una piña. Así, sí.
El Algorfa prácticamente ya no dio noticias de peligro ante un Torrevieja que llegó muy entero a la recta final. Tanto que un despeje de la zaga visitante fue repelido dos veces por Manu Paredes en el eje de la zaga torrevejense, hasta llegar nuevamente a Hucha. Gonzalo, con las baterías repletas, fue acompañándole en la carrera y dándole la opción necesaria para que Hucha pudiera recortar al portero y desahogar la rabia contenida celebrando y disparando cual cowboy en el Oeste.
Dos muescas más en el revólver del pistolero de Santa Pola que redondeaban el partido. El Torrevieja no derrochó sangre, pero sí hectolitros de sudor y ni una lágrima. Una victoria que permite sonreír de cara al futuro y además, hablando de futuro, cabe destacar el debut en la medular en la segunda parte, rayando a un más que correcto nivel, del juvenil Ioel Alcaina, que ofreció seguridad en sus pases y también colaboró con su altura a guarnecer el área salinera en los centros.
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