Crónica de Antonio Sala Buades
El fútbol nos tiene reservados momentos de diferente índole emocional, pero a veces es tan caprichoso que nos los distribuye hacia un sentido y, al cabo de los meses y con los mismos antagonistas, hacia el contrario. Dentro de la vorágine de un campeonato de liga, en que los recuerdos de una semana dan paso a otros con la misma rapidez con que vuelan los siete días, teníamos clavada la espina del encuentro de ida con los castellonenses: inverosímilmente, una larga serie de centros y de envíos al área desde todos los lugares habidos y por haber, de tiros taponados y de barullos subsiguientes, nos arrojó —cabría decir que a la cara— un balance de cero goles a favor y una derrota de las que escocían. Pues bien, diecinueve fechas después, también de mañana pero ahora en el Nuevo Castalia y con los locales en racha, se le ha dado la vuelta a la tortilla, hasta el punto de que, excepto por los detalles de rigor en los que ahora entraremos, podríamos repetir muchos de los renglones que entonces dejamos escritos para la historia. Con la excepción, claro está, de los respectivos puntos de vista. Y es que el sufrimiento casi inaguantable y la posterior celebración nos correspondieron a nosotros. Justicia a posteriori o equilibrio del azar, llámese como se prefiera, pero es probable que ninguna de ambas denominaciones responda a la realidad.
Hubo dificultades para configurar el once inicial. Sabido es que la plantilla ha quedado escasa tras el mercado de invierno, y que en estas condiciones cada baja acarrea un serio contratiempo. Con los centrales Martín y Jorge fuera del equipo por motivos diversos, se unió Luis Carlos por culpa de unas molestias que le impidieron participar. Menos mal que volvía Matej, y éste fue la baza que se jugó Pedreño en el lateral izquierdo para frenar las acometidas de Ebwelle. El Castellón empezó apretando y estableciendo los derroteros del partido: ataques por ambas bandas, envíos al área y, en último término, carencia de remate. Con un fútbol rápido y directo, el despliegue despertaba aplausos en la siempre nutrida afición orelluda, a la espera de enganchar un disparo o un testarazo propicio. El Torrevieja mantenía el temple trazando a la vez su propia estrategia, la de salir por sorpresa o pasar a dominador en una siguiente fase. Con los albinegros perdiendo fuerza en la vanguardia, los acontecimientos se precipitaron tras un saque de esquina —el único que botarían los salineros— que acabó con el gol de Carrasco, precisamente el jugador que, por aquellas cosas de la fortuna, había sustituido a Luis Carlos a última hora.
Con tres cuartos de contienda por delante, los de Quico Ramírez no tenían por qué descomponerse. Sin embargo, se apreciaba que ya no era el mismo equipo de los primeros minutos. Cada vez le costaba más atacar, hasta el punto de que el descanso se acercaba sin estrenar el casillero de remates a puerta. Lo haría Tariq con un cabezazo desviado, menos peligroso que el contragolpe tres contra uno que llevaron Prieto e Higón y que no pudo culminar Rafa Gómez desde la frontal. En la segunda mitad, los locales se lanzarían a una ofensiva implacable para arreglar la situación cuanto antes. Aunque las ocasiones no eran claras, la sensación de agobio aumentaba con cada segundo que transcurría. La capacidad de respuesta de los torrevejenses, que tampoco eran capaces de retener el balón en su poder, se antojaba muy pequeña. De modo que pronto nos vimos encerrados en nuestro campo, cada vez más cerca de nuestra área. Se incrementaba la serie de centros, de golpes francos y de saques de esquina en contra. Quico Ramírez reforzó el juego aéreo con la entrada de Antonio, sumando unos centímetros que podían resultar decisivos. A pesar del calvario —adelantado al Domingo de Ramos— que ya sentíamos y que aumentaría hasta lo indecible, no podíamos darnos por descontentos mientras conserváramos una ventaja en el marcador que valía como auténtico oro.
Obviamente, mucho estaba yendo el cántaro a la fuente. En una de éstas, la goma tendría que romperse. A los veinte minutos de este periodo se produjo la jugada más polémica —con distintas versiones e interpretaciones que a nadie contentaron— de la mañana. Tras un rechazo de Miguel Serna a disparo de Ebwelle, Tariq tocó a la izquierda dejando solo a Antonio, que a puerta vacía remató a la red. La lógica algarabía de los castellonenses se apagó al caer éstos en la cuenta de que Ferrer Cáceres estaba con el banderín levantado. Luego de la tumultuosa consulta, el árbitro señaló penalti y expulsó al guardameta, al estimar que había derribado a Tariq en ocasión manifiesta. Pasaron entonces a protestar los amarillos, porque consideraban que el banderín de marras se había alzado para indicar fuera de juego… Los de casa, defendiendo sus intereses, preguntaban por qué no se había concedido la ley de la ventaja… Total, que después de cinco minutos de interrupción, hubo Quique —Prieto fue el que le cedió el lugar— de asumir una responsabilidad inopinada el día de su debut en categoría nacional: nada menos que en Castalia, con miles de espectadores volcados en su contra, tenía el cometido de detener un penalti para que su equipo no perdiera la ventaja. Casi nada.
Pues fue y lo detuvo —«el tío», podríamos añadir—: intuyendo la dirección del disparo raso de Tariq, el joven Quique se lanzó a su derecha y evitó de momento el empate, y quién sabe qué en segunda instancia. Tamaño punto de inflexión tuvo que ser acusado por la moral de los de la Plana. No obstante, la coyuntura seguía siendo más que crítica para los visitantes, que acusaban notablemente el esfuerzo y en adelante se defenderían —casi en exclusiva, aunque con una importante excepción— con un hombre menos, recurriendo a la contemporización y a parar el partido, y muy bien que hacían. La avalancha no daba tregua, mientras el reloj avanzaba con una parsimonia desesperante. Más centros, más despejes. Más sufrimiento, más compromiso en la lucha desigual. Quique volvió a erigirse en salvador al rechazar una potente volea de Antonio. El Castellón estaba arriesgando por acumulación, y era el instante oportuno para dar la puntilla. Justo cuando se decretaban los seis minutos de añadido, Lewis dio un excelente pase para Sánchez, que culminó la acción con una envidiable sangre fría. A pesar de que algunos aficionados empezaron a abandonar el graderío, seis minutos seguían siendo muchos, hasta demasiados, en tal tesitura; porque, cuando entra uno, pueden entrar más a continuación. Así que no estaba todo resuelto, en absoluto. Quique rechazó espectacularmente un remate de tijera de Arturo, pero poco después nada pudo hacer con el de Antonio, en el enésimo balón que circuló por el área. Aún quedaban dos minutos, ciento veinte segundos de agonía para unos y otros. Por fin, todo acabó. Se había cerrado este particular ciclo cuyo reverso habíamos padecido el 25 de octubre. Aunque para disfrutar del anverso, fue necesaria una resistencia que, sin exagerar —como entonces para los cronistas de Castellón—, podríamos calificar de heroica.
FICHA TÉCNICA
Categoría: Tercera División. Grupo: sexto (Valencia). Temporada: 2015-2016. Jornada: 30.
Estadio: municipal Nuevo Castalia. Fecha: domingo 20 de marzo de 2016. Hora de comienzo: 12.03.
Club Deportivo Castellón: Campos ©, Luismi, Juanfran, Arturo, Juanra, Mareñá, Tariq, Castells, Rida (Antonio 59’), Meseguer (Jorge Giménez 45’) y Ebwelle (Dani Pujol 77’). No jugaron: Sabater y Guille Vázquez. Entrenador: Francisco Ramírez González.
Club Deportivo Torrevieja: Miguel Serna, Vicente Boix, Carrasco, Javi Selvas, Matej, Quintero, Higón, Burguillos ©, Prieto (Quique 65’), Rubén Suárez (Sánchez 69’) y Rafa Gómez (Lewis 67’). No jugaron: Chupe y Luis Carlos. Entrenador: Antonio Pedreño Saura.
Árbitro: Morales Yuste, de Valencia, auxiliado por Huguet Juliá y Ferrer Cáceres. Por el Castellón, amonestó Arturo y Mareña; por el Torrevieja, mostró tarjeta amarilla a Vicente Boix, Javi Selvas, Quique e Higón, y la roja directa a Miguel Serna (expulsado 65’, en la jugada del penalti).
Incidencias: Rubén Suárez y Javi Selvas saludaron a amigos y conocidos de sus temporadas en el Castellón. Aunque estaba previsto que Luis Carlos fuera titular con el número 3, tras una prueba física se estimó que no podía jugar, por lo cual ocupó su lugar Carrasco (que sería autor del primer tanto), con el mismo dorsal 16 que iba a llevar en el banquillo. Se guardó un minuto de silencio en memoria de Antonio Pérez Balada, jugador del Castellón en los años 40 del pasado siglo; los futbolistas locales salieron con una camiseta con su nombre, y le fueron entregados diversos recuerdos a familiares suyos. Rubén Suárez fue pitado por algunos espectadores castellonenses cuando tocaba el balón o se disponía a ponerlo en juego, y de forma más sonora al ser sustituido. Debutó en partido oficial con el Torrevieja, y en la categoría de Tercera División, el guardameta Enrique Navarro Ruiz, cuya primera intervención (tras ser expulsado el titular) consistió en rechazar a Tariq un penalti que habría supuesto el empate a uno.
Goles: 0-1, 24’: Carrasco cabecea hacia el segundo palo un saque de esquina de Rubén Suárez al primero. 0-2, 84’: Sánchez recibe un pase en perpendicular de Lewis, avanza escorado a la derecha y al salir el portero le cruza el balón por encima. 1-2, 88’: Antonio se encuentra con un balón rebotado en el punto de penalti a disparo de Luismi, y de costado a puerta lo coloca de primera ajustado a la escuadra izquierda.
Descubre más desde Objetivo Torrevieja
Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.
Filed under: Actualidad, Deportes |
Deja un comentario