Crónica de Antonio Sala Buades
Aunque el lance que se nos va a quedar más grabado, sin duda, es el penalti marrado por Koeman a falta de cuatro minutos para el final, no hay que dejar en el olvido el resto del encuentro, uno de los marcados en la agenda —ahora serán otros, ¡qué remedio!— con la imprescindible necesidad de ser resueltos con victoria. Porque si el Torrevieja, en su estadio, con la obligación de vencer para tomar aire, es dominado durante más de ochenta de los minutos, hasta el extremo de verse encerrado durante toda la segunda mitad, contra un rival directo en la lucha por la permanencia, para qué vamos a contarles otras historias… Este equipo, agobiado por las urgencias clasificatorias, es un flan en todas sus líneas, le cuesta una barbaridad enganchar una jugada de ataque y, para colmo de desastres, unas veces regala goles y otras, como ésta, no aprovecha los regalos caídos del cielo. Los asistentes al Nelson Mandela llevamos acumulados varios domingos de surrealismo, de modo que la cuestión estriba en adivinar de qué manera perderá o dejará de ganar el Torrevieja en la siguiente sesión. Reforzado con nombres ilustres para conseguir su objetivo —el mismo que el nuestro—, el Eldense tardó en tomar descaradamente la iniciativa el (poco) tiempo que necesitó en convencerse de que los locales no eran capaces de mucho más. Tras los minutos de tanteo de rigor, la media visitante empezó a maniobrar con mayor fluidez, ayudada por las constantes recuperaciones de balón y la mejor colocación en los rebotes cuando la disputa no era clara. Los blanquiazules quedaban desplazados de donde se ventilaba el rebote, así que Marcos se hinchó a recoger y distribuir. Las pocas veces que los de Joserra se hacían con la pelota, la perdían por precipitación en el pase, empeñados en soltarlo en largo a la primera, o por la previsibilidad de una acción a la que se adelantaban los azulgranas. Y eso, cuando no se entregaba directamente al adversario, incluso en golpes francos. Hasta el viento a favor actuó como factor de distorsión, al no medirse algunos envíos largos. Otra señal de que este Torrevieja prolonga su pertinaz estado de desgracia: las supuestas ventajas se convierten en seguros inconvenientes.
La situación empeoraba por momentos. Sólo mediada la primera parte, con tres saques de esquina consecutivos, el Torrevieja había amagado en la buena dirección. Inevitablemente, las posesiones de los zapateros desembocaron en merodeos y éstos en barullos, con la subsiguiente alteración de unos nervios que ya están más que descompuestos. El testarazo de Mauro a la escuadra supuso la confirmación de que tocaba sufrir, como siempre, para repelar algo en este fundamental compromiso. Y el comienzo de la segunda mitad, ahora con el viento de cara, amplió lo que habíamos visto en la primera, con la diferencia de que el Eldense no tuvo que esperar —ni tanteo ni nada, ¿para qué?— para lanzarse a la ofensiva. Las situaciones de apuro se fueron acumulando, una tras otra, en el área de Tur, que no obstante no habría de intervenir demasiado, pero que tampoco se libraría de ver la pelota muy cerca de su portería y, en concreto, de sus postes. El Torrevieja seguía incapaz de mantener la posesión durante unos segundos, ni siquiera para aguardar una mejor opción de pase o, simplemente, para que no volviera tan pronto al contrario.
Todo se agravaría hasta el extremo de que, terciado este periodo, con el Torrevieja achicando balones, parecía que estuviera disputando los últimos y agónicos minutos con ventaja mínima en el marcador. Para nuestro pesar, estábamos empatados, faltaba todavía media hora, y no es que no viéramos la manera de que cambiara de rumbo el panorama, sino que ni siquiera menguaban la intensidad ni la densidad de los apuros en defensa. La labor de nuestro medio campo, extinguido ya cualquier atisbo de creación, se limitaba a meter de vez en cuando el pie para impedir que avanzara el Eldense, y cuando se lograba, el rebote volvía hacia ellos. Y eso, cuando no se quedaba a la expectativa. Con Gasch constantemente rodeado y bloqueado, la posibilidad de enlace con Koeman se reducía al envío largo, y por ese camino, huelga decirlo, no prosperamos. Para colmo, por si estuviéramos pasando pocas fatigas, llegó la segunda tarjeta de Jorge —que tras el descanso había permutado su posición con Abel, pasando éste a la de central— y nos quedamos en inferioridad durante más de diez minutos. Realmente, para echarse a temblar.
Habrá que dedicar el quinto párrafo de este comentario a la jugada de marras y sus circunstancias. Subrayemos que el Torrevieja no había tirado a puerta en el segundo tiempo. Subrayemos que Koeman, con el permiso de su entrenador, había decidido continuar en el campo pese a su visible merma física. Y subrayemos que el penalti —raro o no—, cuando nadie esperaba milagros, vino como consecuencia de un salto del propio Koeman y de una pugna por un balón que él mismo había cabeceado. Por eso aparcamos las consideraciones y el reparto de culpas —entre otras cosas, porque nada arreglarían— sobre el hecho de que fuera precisamente Koeman, aun en tales condiciones, el encargado de lanzarlo. Después de los acontecimientos, todo el mundo sabe mucho de ellos; antes, cuando hay que tomar las decisiones, quién determina lo que ocurrirá al instante siguiente. En fin, que sin merecerlo, el Torrevieja se encontró con una oportunidad de oro para arreglar unas cuantas de sus cuitas. Pero, con la intervención de Imanol —casi inédito hasta entonces, cuando recordamos que vestía de amarillo—, no sirvió sino para agrandar el aura de patetismo que nos rodea en el Nelson Mandela. Otra tarde más. ¿Será la última?
Torrevieja: Tur, Vicente Boix, Juanfran, Jorge, Dani Meseguer, Abel, Cuco Ros, Manu Amores (Burguillos 73’), Patri (Luis Carlos 21’), Gasch (Guillem 87’) y Koeman.
Eldense: Imanol, Crespo, Arnáu, Aridane, Vicente, Marcos, Mauro (Álex Pascual 75’), Edu, Chupe, Oncina y Quico Ratón.
Árbitro: Márquez Gordo, de Orihuela, auxiliado por Gálvez Ródenas y Pérez Alcocer. Por el Torrevieja, amonestó a Juanfran, Koeman y Luis Carlos, y expulsó a Jorge (doble amarilla 77’) y Joserra (entrenador, 48’); por el Eldense, mostró tarjeta a Edu, Oncina y Quico Ratón.
Incidencias: Los entrenadores visitantes, Galiana y Luis Blanco, habían sido jugadores del Torrevieja en su etapa de Preferente (el segundo, el año del ascenso a Tercera). El equipo local tuvo el viento a favor en la primera parte. Juanfran se enfrentó al club en que militaba al comienzo de esta temporada. Patri hubo de retirarse lesionado. El Torrevieja, que había fallado los tres primeros penaltis a su favor de este campeonato, falla el cuarto y sigue sin ganar en casa en la segunda vuelta.
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