Después de una interesante conversación telefónica, concretamos el momento y lugar de la entrevista. La periodista madrileña, Juana Martínez Valdivia, Pregonera de la Semana Santa de Torrevieja de este año, me indica que le gustaría realizarla en uno de sus lugares favoritos, El Casino. Descubro, con asombro, que conoce muy bien todas las actividades que en él se realizan, que las sigue al detalle, igual ocurre con la sala de exposiciones Vista Alegre, cuya restauración califica de perfecta. Nos encontramos como estaba previsto, con puntualidad. Buena conocedora del oficio de periodista, consigue que yo fácilmente pueda profundizar en todo lo que interesa a mis lectores. ¡No oculto que enseguida sintonizamos!. Hablamos, en primer lugar, de lo que ha cambiado Torrevieja. Recuerda perfectamente todas las mejoras, todos los proyectos, comienza por el Dique de Levante, lo recorre varias veces al día, el Parque de las
naciones, las nuevas zonas verdes, la creación de Museos, el magnífico Teatro, el Centro Cultural, las Calles remozadas, como Ramon Gallud, las nuevas peatonales, y un largo etc, …hasta terminar con la elección de ubicar aquí el primer Centro Tecnológico de Innovación Sanitaria de Microsof, aunque matiza que la noticia tendría que haber tenido más repercusión informativa, en los diferentes Servicios Informativos de ámbito nacional.Me cuenta sobre el Premio de Novela Ciudad de Torrevieja, que fue la primera en dar la noticia, en trasmitirla por Radio Exterior de España, en hacerla llegar a los cinco continentes. Llama la atención a la pregonera, el intenso trabajo de la concejalía de Cultura, del Instituto Municipal de Cultura Joaquín Chapaprieta y su obsesión por cuidar hasta el mínimo detalle, muy extraño con los vientos que corren, destaca.
Recuerda muchas ediciones del Certamen Internacional de Habaneras, que sólo en dos ocasiones pudo seguir desde el recinto de las Eras de la Sal, pues siempre coincidía con su turno de trabajo en RNE-REE. Me refiere, con gran cariño, una ocasión que un torrevejense amigo, apasionado de su Ciudad, le hizo una perfecta crónica para el Diario de América, su primera crónica radiofónica. Habla con verdadero orgullo de su nombramiento como pregonera, de lo impactada que se ha quedado, por el trabajo intenso, del quipo de la Junta Mayor de Cofradías y de todas las personas que hacen que la Semana Santa Torrevejense pueda ser una realidad. Me indica, muy seria, que destaque la calidad humana de todos. Me explica que siempre tuvo muy claro, que el argumento del pregón tenía que girar en torno al perdón. Que hay que intentar siempre también ser original y por eso propuso un SUEÑO, con el perdón como eje, a todos los reunidos en el Templo Arciprestal de la Inmaculada Concepción. El paralelismo con la travesía en barco es perfecto, insiste, para comparar los problemas que tenemos que aprender a sortear en la vida, con los obstáculos que se le presentan un buque, durante un intenso periplo. El recuerdo a los torrevejenses ausentes, lo consideró obligado desde el principio. Igual que destacar algo significativo de los 18 pasos que integran las 14 cofradías. Hay muchas personas que vistan la ciudad que no lo saben detalles y les interesa, lo que comprobado, otra vez, tras el pregón, concluye.
Tiene muchas cosas que contar de Torrevieja. Se le nota la nostalgia cuando habla de Marina Internacional, de lo impoluto que estaba el Puerto y de sus cinco Anclas de Oro, cuando llegaron, con su niña muy pequeña y compraron el apartamento. De repente, se detiene y exclama: ¡ Qué tiempos! Todo nuevo y limpio. Me cuenta que, en su pequeña casa, se han reunido y se reúnen muchos periodistas amigos de los diferentes destinos que ha tenido en RTVE, para realizar interminables tertulias, enriquecedoras por la disparidad de criterios y opiniones. Que fueron más frecuentes durante la última etapa de Felipe González y durante el gobierno de José María Aznar. Que el terrible 11 de Marzo de 2004, estaba en Torrevieja, con una buena amiga y muy conocida periodista. Habían llegado directamente desde Prado del Rey, después de trabajar, sin dormir, para recuperarse, mirando al mar, de multitud problemas y reuniones. Como tantas otras veces. La noticia de la tragedia les hizo volver inmediatamente a Madrid, sin articular palabra por el nudo en la garganta que les asfixiaba, hasta situarse en el corazón de la noticia: la Estación de Atocha. Cómo a los pocos días de pintar la marina roja, “un mar de sangre”, de regreso necesito pintar, en esta ocasión, una verde esperanza, en memoria de la entrega absoluta y apasionada de todas las personas que ayudaron aquellos días de dolor intenso y desgarrador. Me narra su pasión por salir siempre en procesión con su barco, o el de algún amigo, el día de la Virgen del Carmen. No se la han perdido ni un solo año. De cómo tuvo que explicar, hasta la saciedad, a algunos extranjeros, “cargaditos de vino” que hay que ir detrás de la Virgen, nunca delante. Le brillan especialmente los ojos, cuando me refiere los baños en la costa torrevejense, a primera hora de la mañana, cuando los pescadores regresan a puerto, siempre simulando que está sujeta a un cabo, para evitar el enfado de su marido, pero que le es imposible agarrar, porque le resta placer al baño. Primero, gracias a una lancha de pocos metros y ahora en un velero inglés, pequeñico puntualiza. No se olvida de las sabrosas barbacoas que realizan en la bocana. En todo este tiempo, casi media vida, pues no oculta que nació en el 1955, que lleva viniendo en diferentes etapas del año, a Torrevieja nunca, -me reitera varias veces- ha tenido ningún problema de seguridad. Si ha pasado diferentes “controles”, instalados por la Guardia Civil, cuando se ha desplazado de madrugada, en sus idas y venidas de Alicante o Madrid. Ahora, me dice, se habla mucho del incremento de la seguridad ciudadana en Torrevieja, gracias a la más estrecha coordinación y cooperación con las fuerzas de Seguridad del Estado (Guardia Civil y Policía Nacional). Sus padres compraron una primera casa en la calle Gregorio Marañón, que vendieron, porque era pequeña. Después, un adosado en Urbano Arregui, que también vendieron, por lo contrario y la última, en Heraclio, perfecta, pero que no pudieron disfrutar. A continuación se pone más triste y me habla de sus largas estancias en el Hospital Provincial de Alicante. Aunque de esa época recuerda con verdadero cariño la ayuda de un torrevejense importante, cuyo nombre no me dice. Enseguida añade que tiene que ser justa, que fueron dos amigos. Me señala con asombro la agudeza de Emilio, el de Barlovento, cuando una noche, antes de cerrar el restaurante, llega agotada de muchos días en vela en el hospital y piensa: “me tomaría una sopa de cebolla, pero es demasiado tarde”. Y Emilio que no había hablado con ella, prácticamente nunca, dice taxativo: “te voy a poner una sopica de cebolla, porque es lo que necesitas”.
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Filed under: Cultura | Tagged: española, Juana, Martínez, periodista, pregonera, televisión, torrevieja, Valdivia |
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