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II Coloquios del agua (2024): José Miguel Toro, una fuente de sabiduría hídrica

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Ayer viernes 25 de octubre, a las 20.00 horas, en el salón principal de la Sociedad Cultural Casino, y con una numerosa presencia de público, tuvo lugar la sesión dedicada a los II Coloquios del agua, organizados por Agamed y Ars Creatio. Presentó el acto Gemma Cruz, gerente adjunta de Agamed, quien ofreció una detallada semblanza del ponente de la noche, José Miguel Toro.

Éste, tras recordar sus tiempos de trabajo en la empresa anterior, Aquagest, desarrolló, con peculiar y cálido estilo, su «Historia del agua a través de sus fuentes», que trató todos los aspectos relacionados con el llamado «líquido elemento», desde los climáticos hasta los económicos, pasando por los geográficos, los religiosos, los artísticos, los científicos y los socioculturales.

El agua, imprescindible para la vida, está distribuida en un 97% en mares y océanos, y sólo el restante 3%, la dulce, en depósitos, ríos y lagos (la mayor reserva, en casquetes polares y glaciares). También los libros sagrados hablan del agua: en el cristianismo se usa para el bautismo; en el judaísmo, permite restaurar la pureza a través de la limpieza ritual; en el islam, purifica antes de la oración; en el hinduismo, tiene asimismo poderes de purificación. José Miguel Toro comentó algunas ideas de los filósofos griegos (pensamiento racional) y romanos (mito). Para el presocrático Tales de Mileto, el agua es el principio de todo lo existente. Heráclito de Éfeso nos ilustró sobre el cambio constante: «Ningún hombre se baña dos veces en el mismo río, porque ni el hombre ni el río son el mismo».

En el apartado de la poesía, hubo un recuerdo para dos nombres andaluces, los de Manuel Benítez Carrasco (Salmo del agua preciosa) y Federico García Lorca (Baladilla de los tres ríos). La literatura universal nos trae ejemplos de obras en las que el agua es la protagonista principal: Moby Dick, El viejo y el mar o El agua prometida. En el cine, nos ha dejado imágenes icónicas como las de Los diez mandamientos o Noé. El agua también ha sido inspiradora de obras musicales (Haendel, Beethoven, Ravel, Liszt, Chaikovski o Debussy) y de pinturas (El Bosco, Patinir o Sorolla, entre otros).

José Miguel Toro hizo a continuación un recorrido histórico en el que destacó la importancia del agua como símbolo de abundancia, de renovación e incluso de libertad. Los pueblos primitivos buscaban para sus asentamientos lugares de fácil defensa ubicados en la cima de grandes peñascos, pero cercanos a zonas con abundancia de agua. Las primeras civilizaciones fluviales aparecieron en China, en el Valle del Indo, en Mesopotamia y en el antiguo Egipto. Los sumerios se situaron entre los ríos Éufrates y Tigris, y los egipcios desarrollaron su civilización a orillas del Nilo. Durante todas las épocas (incluida la actual), en todas las latitudes y de diferentes maneras (actos rituales, danzas o rogativas con santos en procesión), los pueblos han pedido la caída de lluvia.

Muy significativas son las leyendas del agua que se vienen contando desde tiempo inmemorial en zonas de España como Asturias (lugar de las xanas), Cantabria, Galicia y el norte de Castilla. El agua estancada suele ser vista como algo inquietante, con lagunas llenas de hadas célticas y dragones peligrosos; en cambio, las aguas que bullen de los manantiales, fuentes y ríos se asocian más bien a ninfas juveniles y benéficas, pero que a veces también pueden acarrear trágicas consecuencias.
Como origen de la vida, existen dos corrientes científicas que lo sitúan hace 3.500 millones de años (con diminutos microorganismos que salieron del agua hasta desarrollarse) y cuatro billones de años, respectivamente. Ya con la humanidad establecida sobre la Tierra, el desarrollo de una sociedad se ha basado en el dominio y la conducción del agua. Las civilizaciones griega y romana dispusieron infraestructuras como presas, acueductos, baños públicos o alcantarillado. Los árabes dejaron técnicas de regadío con acequias o albercas, además de otras obras arquitectónicas. Granada es la ciudad española en la que mejor se conserva el legado andalusí.

Los primeros métodos de potabilización del agua (los egipcios, entre 4000 y 2000 a. C.) consistían en hervirla o ponerla al sol. Gracias a las ideas ilustradas de principios del siglo XIX, se empezaron a aplicar medidas higienistas en las grandes ciudades europeas para prevenir enfermedades. A finales de ese mismo siglo, dan comienzo las obras de construcción de la presa de Manises y de una planta potabilizadora para suministrar agua a los ciudadanos de Valencia, ciudad pionera en el uso de agua potable en toda Europa. En la actualidad, la desalación de agua de mar es una técnica muy desarrollada, aunque ya en la antigüedad Tales de Mileto hablaba de esta necesidad, y en época de Aristóteles (siglo IV a. C.) se diseñó la primera máquina para desalar el agua, una evaporadora.

El ponente mostró imágenes de las fuentes más emblemáticas de diversas ciudades del mundo. En la Edad Antigua solían situarse en el centro de las plazas y constituían lugares de reunión. Durante el Renacimiento, los artistas se disputaban el encargo de diseñarlas. Además de su primera función, las fuentes se convirtieron en esculturas de gran valor artístico.

Finalmente, en el capítulo más local, José Miguel Toro se detuvo en las fuentes de Torrevieja. El control y propiedad del agua a finales del siglo XIX recaía en la compañía arrendataria de las salinas, que la suministraba para uso urbano a través de seis fuentes. En 1924 la compañía arrendataria adquiere los derechos de suministro y sitúa en cada una de estas fuentes a mujeres (con la categoría profesional de «fontaneras») encargadas de su mantenimiento y del cobro del agua.

El gerente de Agamed, Jorge Ballesta, tomó la palabra para agradecer al ponente el trabajo realizado y constató que este es un proyecto a largo plazo que se plasmará en un trabajo retrospectivo de los Coloquios. Cerró el acto la primera teniente de alcalde, Rosario Martínez Chazarra, en representación del alcalde, Eduardo Dolón, al que no le fue posible asistir. Jorge Ballesta y Gemma Cruz, en agradecimiento por su colaboración, entregaron a José Miguel Toro el logo de Agamed cuajado en sal, faceta que, como se sabe, no le es ajena. Torrevieja siempre ha mirado al mar y a sus salinas, pero también ha sabido procurarse «esa otra agua» tan fundamental para la vida y reconocer a sus principales artífices.

Al acto acudieron además los concejales, Sandra Sánchez, Ricardo Recuero, Diana Box, Gitte Lund, Antonio Vidal, Oscar Urtasun, Margarita de Francisco y David Villanueva, junto a la Reina de la Sal, Mireya Hernández, su dama Paula García, la vicepresidenta del Casino, Asun Valenzuela y la presidenta de Ars Creatio, Josefina Nieto.

Antonio Sala Buades


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