Alfonso Pascual Ruiz
Finalizamos este pequeño reportaje que todos los años ofrecemos en la semana de Pascua para aquellos que al finalizar la Semana Santa se han quedado con ganas de más. Tras la Vigilia Pascual y la popular Tamborada que nos anunciaban la noche anterior que Cristo había Resucitado, la mañana amanecía con un sol radiante a la espera de la Purísima, esperando encontrarse con su Hijo en el día grande de la Semana Santa, el de la Resurrección del Señor. A las 8 de la mañana, el cortejo procesional se disponía a desfilar. Por un lado, San Juan Evangelista acompañado por sus cofrades totalmente vestidos de blanco, que abría camino a la Madre, a la patrona de los torrevejenses portada en un principio por hombres, discurrían por las calles Caballeros de Rodas, Azorín y Fotógrafos Darblade. Por otro lado y en sentido contrario por las calles Caballero de Rodas, Clemente Gonsálvez y Fotógrafos Darblade, el Santísimo bajo palio, hasta el cruce con la calle Concepción.
Después de que Bernardo Mínguez Conesa, siguiendo la tradición familiar después de cuatro generación, le retirase el velo negro que la cubría y que numerosos pétalos y aleluyas descendiesen desde los balcones mientras se escucha el Himno Nacional, discurrió la procesión, esta vez siendo portada la Virgen por mujeres, por las calles Concepción, Bazán y Caballero de Rodas, para acceder al interior del Templo Arciprestal de la Inmaculada Concepción donde se celebraría la Misa Solemne de Pascua.
El próximo año esta escena, será la que nos anuncie la Semana Santa, la Purísima, en el Encuentro Glorioso, coincidiendo con el cincuentenario de la Coronación Canónica en 1956 de la patrona y por ese motivo la Junta Mayor de Cofradías que la nombró su madrina, quiere rendir ese pequeño homenaje a su Madre.
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