El detenido formaba parte de una organización criminal que se dedicada al “timo de la estampita”
Agentes de la Policía Nacional, procedieron la mañana del pasado día 17 de enero a la detención de un hombre al que le constaban varias reclamaciones policiales y judiciales, por delitos de estafa, en las localidades de Alicante, Málaga, Granada, San Sebastián y Baracaldo.
De los hechos se tuvo conocimiento, cuando un indicativo policial que se encontraba en la Avenida Antonio Mera Lozano de Villanueva de la Serena, se percató de la presencia de una persona, de sobra conocida por los agentes, al cual le constaban varias requisitorias judiciales, por todo ello, los actuantes procedieron a su identificación como presunto autor de varios delitos de estafa, a través del procedimiento conocido como “el timo de la estampita”.
En el momento de ser identificada dicha persona presentó la documentación de un tercero, para así evitar la acción policial y judicial, por todo ello fue trasladado a dependencias policiales, donde pudo ser identificado plenamente tras las comprobaciones oportunas. Motivo por el que se procedió a su detención por un presunto delito de Usurpación de Identidad, verificando posteriormente como le figuraban igualmente diferentes requisitorias tanto judiciales como policiales, en varias comunidades autónomas, como presunto autor de diversos delitos contra el patrimonio, concretamente estafa.
El detenido, varón de 61 años de edad, quien cuenta con numerosos antecedentes por diferentes hechos delictivos, fue puesto a disposición de la Autoridad Judicial, quien decreto su ingreso en prisión.
“El timo de la estampita”
La persona timadora, que simula tener cierta discapacidad intelectual, se acerca a su víctima con cualquier excusa y le muestra una bolsa que parece estar llena de billetes, mientras le explica que se los ha encontrado. El estafador no da ninguna importancia al contenido, diciéndole a la víctima que en la bolsa lleva “estampitas” o “cromos” y que en casa tiene muchos más.
En ese momento, aparece otro transeúnte, que hace de gancho, ofrece a la víctima la posibilidad de comprar la bolsa por una cantidad de dinero. El que hace de disminuido se deja convencer, aunque, sin embargo, el gancho dice no tener dinero para participar en la “compra” de la bolsa, por lo que anima a la víctima a realizar la compra, dándose la circunstancia, incluso, que el gancho se ofrece para acompañar a la víctima a buscar dinero, al objeto de que no tenga ningún contratiempo.
Una vez que la víctima materializa la “compra”, entregando el dinero por la bolsa, desaparecen los dos estafadores. Cuando la víctima abre la bolsa comprueba que no contiene billetes sino tacos de recortes de papel.
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