Más de doscientas personas arroparon a Manolo Villagordo en esta nueva aventura de la restauración torrevejense
Fernando Guardiola
La Plaza de Isabel II, situada en el centro neurálgico y comercial de la ciudad, fue testigo en la noche de ayer, justo en el tramo que popularmente se conoce en el argot popular como “calle del hambre”, de la inauguración en el mismo lugar que existía uno de los locales más legendarios de Torrevieja, donde desde tiempo inmemorial no han faltado las sardinas a la plancha, ni los mejillones y productos frescos del mar, de una nueva forma de ofrecer esos productos, pero de un modo más moderno, en un local con las condiciones necesarias y un esmerado servicio. El milagro viene de la mano de un conocido del comercio local en otras lides como la moda, donde aun cuenta con una extensa clientela en sus tiendas de “Modas Mediterráneo”. Manuel Villagordo afronta esta nueva aventura rodeado de un equipo de profesionales de primer orden, pero sobretodo arropado de una familia que anoche le brindó todo el amor que se merece. Pero por si eso era poco, más de doscientas personas pasaron por allí en las más de tres horas que duraron los fastos inaugurales. Entre los asistentes no faltaron, la concejal de comercio, Agustina Esteve y los ediles Eduardo Gil, Mamem Mateo, Rosario Martínez, José Fernando Riera y Lola Sánchez, así como la Corte Salinera y el presidente de Apymeco, Antonio Serna. Tampoco quisieron perderse el evento compañeros de la restauración que además participaron obsequiando a los presentes con varios platos de la gastronomía torrevejense.
La Fiesta fue realmente una explosión de alegría que presentó Francisco Reyes y a la que pusieron la música la Tuna de la Facultad de Medicina de Murcia, que no se limitaron a cantar “lo justo y necesario”, sino que sus componentes Billy, Quintos, Tamagochy, Imperial y Azafrán, se unieron a la fiesta y junto a una clown marinera se danzó hasta la extenuación, al ritmo de temas como “Pasa la Tuna”,o “Clavelitos” , aunque el momento cumbre fue cuando los tunos pusieron la música y los invitados las voces para entonar “Un puñaico de sal” que Ramón el peluquero entonó con más fuerza que nunca junto a la familia de Manolo.
Previamente y en un acto sencillo y cargado de simbolismo, el párroco de la Inmaculada, Manuel Martínez Rocamora, bendijo los locales y participó en el corte de la cinta inaugural que realizó Nuria Zaragoza, Reina de la Sal. A partir de ahí, comenzó la fiesta y el futuro de un nuevo proyecto al que auguramos y deseamos feliz andadura.
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