Tiene la idiosincrasia torrevejense un toque especial de sensibilidad hacia lo popular y lo efímero, de la que pocas poblaciones pueden presumir. Que tres gigantes “Lily, el lobo y el ogro” y unos cabezudos a los sones de un tamboril y una dulzaina, arrastren tras de sí una verdadera multitud de chavales, madres y padres llevando, la más de las veces, pesados carros y que cada día sea algo novedoso, digno de vivir y disfrutar es algo mágico y misterioso que solo en Torrevieja con su alegría y ganas de fiesta puede vivirse. La ayer generosa en gente, y en lluvia, como se desarrolló por las calles más céntricas naciendo y muriendo como siempre en la Plaza de la Constitución, aunque lo hizo acortando el recorrido y “al galope”; dando un toque particular a las celebraciones festivas que sacan a la calle lo mejor que tenemos, la simpatía y la gracia que solo tiene la sal de nuestra tierra.
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