En las localidades de menor población, esta infraestructura conlleva una reducción del 30% en la frecuencia de recogida y del 40% en las toneladas destinadas a tratamiento
Firme en su compromiso por proteger el medio ambiente y reducir la cantidad de residuos que se envía a las plantas de tratamiento, la Diputación de Alicante impulsa desde el año 2018 la construcción de centros de compostaje comunitario en los municipios del territorio.
Desde entonces, la institución provincial ha puesto en marcha una veintena de instalaciones de este tipo, con una inversión de 220.000 euros. Las últimas localidades en las que se han instalado estas infraestructuras son Alfafara, Benijófar, Busot, Cox, Finestrat, L’Atzúbia, Orba, Relleu, Tárbena y la ELM Llosa de Camacho, que se suman a las ya ejecutadas en Alcalalí, Planes, Agres, Hondón de las Nieves, Xalò, El Poble Nou de Benitatxell, Callosa d’en Sarrià, Muro de Alcoy, Monóvar y Mutxamel.
El diputado responsable del área, Miguel Ángel Sánchez, ha explicado que “la creación de centros de compostaje es especialmente útil en las localidades de menor población, ya que conlleva una reducción estimada del 30% en la frecuencia de recogida y un descenso del 40% en las toneladas destinadas a tratamiento”. “Estos porcentajes se traducen en importantes beneficios económicos, sociales y medioambientales, ya que si baja la frecuencia de recogida se ahorra combustible y disminuye la emisión de CO² a la atmósfera”, ha añadido.
La construcción de estos espacios por parte de la Diputación de Alicante contempla la instalación de los módulos de compostaje y de un punto de agua, así como la creación de una zona de sombra y de un espacio para el almacenamiento del compost y del material estructurante. Además, la institución dota a los ayuntamientos de las herramientas y el material necesario para la gestión y el control del proceso -pala, termómetros, capazos, manguera, báscula, etc.- y para recoger los residuos orgánicos -cubos de siete litros y bolsas compostables para repartir entre los vecinos que participan en el proyecto-. Asimismo, se suministran cuatro contenedores marrones de 120 litros de capacidad.
“La idea es que los ciudadanos depositen sus residuos orgánicos en los cubos pequeños para, posteriormente, echarlos en el contenedor grande. Por su parte, la función del consistorio es trasladar los contenedores a la compostera, pesar los residuos y realizar el proceso”, ha explicado el diputado.
A los ayuntamientos se les proporciona también una caja con ejemplares del ‘Manual de Compostaje’, una publicación editada por el Área de Medio Ambiente que explica cómo funcionar la compostera y cómo se solucionan los posibles problemas que puedan surgir durante el proceso.
Como novedad este año, el proceso ha incluido la construcción de un cajón de drenaje con pendiente hacia la parte de atrás de los módulos de compostaje para que el posible y nada peligroso lixiviado que pueda escurrir vaya hacia una barrera vegetal de plantas para su fitodepuración.
Los centros creados este año tienen dos líneas de tratamiento, excepto los de Orba y Tàrbena, que cuentan con tres. Cada línea puede gestionar dieciocho kilos de FORS -Fracción Orgánica Recogida Selectivamente- al día, lo que supone más de seis toneladas al año, y dar servicio a unas 75 personas -unas 25 familias-.
“Este proceso sostenible permite reducir las frecuencias de recogida de los residuos urbanos, ya que elimina la fracción orgánica, que es la que huele y mancha, del resto, que entonces no es necesario recoger a diario”, ha señalado Sánchez, quien ha añadido que “además, este tipo de instalaciones son muy interesantes desde el punto de vista de la educación ambiental, ya que se pueden utilizar para enseñar e informar a los ciudadanos de la importancia de separar en origen la materia orgánica para obtener un compost de calidad”.
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