Los artesanos han intentado hasta 5 veces realizar el cuaje o cristalización definitiva de los barcos y otros objetos. La falta de la usual hipersalinidad en la laguna de Torrevieja y la inestabilidad del tiempo han obligado a Manolo, el «Pijote», y Miguel, el «Gavilán», han realizado un tremendo esfuerzo, a tener mucha paciencia y a hacer uso de su larga experiencia de casi 50 años cuajando.
A pesar de todo, mantienen la ilusión y el amor por esta singular artesanía que dependen tanto de la naturaleza.
Las fotos son de Ana Meléndez que les ha acompañado en todo el proceso, que comienza en invierno haciendo las maquetas y que culmina ahora.
En ellas se recogen diversos momentos del final de la elaboración: introducir en la laguna las tablas con las maquetas atadas a ellas, fijarlas entre barras de hierro, previamente clavadas en el fondo; dar la vuelta a las tablas y revisarlas según van cambiando la intensidad y la dirección del viento; descuajar los barcos -cuando no ha cristalizado bien la sal- para volver a empezar, pendientes del tiempo y, una vez que por fin, han conseguido la cristalización deseada, los barcos se sacan de la laguna rosa, se dejan escurrir y secar al sol.
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