Durante todo el Sábado Santo la Iglesia permaneció junto al sepulcro del Señor meditando en su Pasión y Muerte, y se abstuvo de celebrar el sacrificio de la Misa. A las once de la noche comenzó la celebración de la Vigilia Pascual. A las puertas del Templo de la Inmaculada el Párroco Manuel Martínez Rocamora, el Vicario, Pedro Payá y el sacerdote Tomás Álvarez, realizaron la liturgia de la luz, bendiciendo la misma y encendiendo el Cirio Pascual, desde el que se fueron encendiendo cientos de velas que que los asistentes a los actos portaban, llenando el Templo en mayor número que años anteriores. El Cirio Pascual, en manos del Vicario, entró en el Templo para celebrar la Vigilia Pascual. La liturgia se dividió en cuatro partes. En primer lugar, el fuego nuevo, las luces del templo estaban apagadas y al introducir la nueva luz de la que todos portaban pequeñas velas, el templo se iluminó y se produjo el “Pregón Pascual” de alegría a cargo de Pedro Payá Giménez, acompañado del Coro de Niños de la Parroquia de la Inmaculada, compuesto por “Grumetes” y Catecúmenos”. El mismo estuvo dirigido por José Antonio Quesada y contó con Aurelio Martínez al piano. Tras él se produjeron la liturgia de la palabra, la liturgia bautismal y la Eucarística. Al mismo tiempo tras el tronar de campanas, llegaron procedentes de la Parroquia del Sagrado Corazón todas las personas que participaron en la “tamborada” y que dio tres vueltas al a la plaza de la Constitución, siendo obsequiadas por la Junta Mayor de Cofradías con un chocolate caliente que hizo las delicias de los participantes.
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