Se terminó el verano y con él las vacaciones para los más peques de la casa. La vuelta al cole ya está aquí y la elección del calzado para niños es de gran importancia como un factor más de salud.
Los pies en crecimiento de los más pequeños requieren especial atención y cuidado. Mientras que nuestros pequeños son “tan pequeños” que no caminan, la fun ción del calzado será únicamente de abrigo, pero cuando estos comienzan a caminar y dar sus primeros pasos la elección del calzado será muy importante, que habrá de permitir el movimiento de las articulaciones del pie respetando la fisiología y la biomecánica del cuerpo humano, siempre y cuando no existen deformidades ni patologías que puedan requerir otro tipo de calzado correctivo.
Deberemos ser especialmente cautelosos en el tramo de edad que abarca desde los 3 hasta los 7 años porque es cuando los más pequeños maduran la marcha hasta equipararla a la de los adultos y comienzan a realizar actividades físicas, por lo que será importante utilizar un zapato resistente, con buena sujeción y flexible. Importante será revisar a menudo el tallaje porque cada 3 meses el pie crece entre 7 y 8 milímetros y es necesario controlarlo para que el calzado no nos quede pequeño, ya que los niños no suelen darse cuenta de que el zapato les aprieta.
Aquí os dejamos unas recomendaciones para una correcta elección del calzado de nuestros niños;
1.- El zapato debe llegar hasta debajo de los maleolos (huesos laterales del tobillo) y en el caso de las botas, deben ser lo suficientemente flexibles como para permitir el movimiento completo de la articulación del tobillo.
2.- La plantilla del zapato tiene que ser plana y flexible
3.- Un calzado para niños sano debe ser plano y con muy poco tacón para favorecer el equilibrio y salvaguardar las piernas y la espalda. Además, ha de ser lo suficientemente ancho por delante como para permitir a los dedos abrirse y moverse con libertad.
4.- Se recomienda adquirir un calzado para niños fabricado con materiales naturales que permitan la transpiración de los pies como, por ejemplo, la piel o el cuero.
5.- El modelo más adecuado es un zapato que se adapte y sujete bien al pie que disponga de cordones o velcro en el empeine. Las chanclas, zuecos o marquesitas no son recomendables porque la percepción de que el zapato se sale a cada paso obliga a los dedos a un trabajo extra de “agarre” innecesario.
6.- A pesar de haber elegido un calzado para niños correcto, hay que tener en cuenta que los zapatos y zapatillas deben utilizarse sólo unas horas del día. Es recomendable que en casa los pies estén libres y será suficiente utilizar un calcetín antideslizante o zapatilla de estar por casa, si no existe alguna contraindicación.
7.- Hay que probarle el zapato al niño con los calcetines puestos y vigilar que haya un espacio de 0,5 a 1,5 cm entre su dedo más largo y el calzado. Después, se presionará en la punta por la parte superior para ver si los dedos la rozan y, si es así, significará que el calzado es demasiado pequeño.
8.- El mejor momento para probar el calzado es al final del día, cuando los pies del niño están más hinchados. Es recomendable que al ponérselo se ponga de pie, de manera que cargue su peso sobre los dos pies, y comprobar que es adecuado.
9.- No hay que comprar nunca un zapato de un número mayor con el objetivo de que el niño pueda utilizarlo durante más tiempo. Si el zapato no es justo su talla podría alterar su forma de caminar o crearle ampollas o laceraciones.
10.- Las enfermedades más comunes por el uso de un calzado inadecuado son: deformidad de los dedos y uñeros (por la utilización de un calzado corto y estrecho), tendinitis aquílea y bursitis en la exóstosis de haglund (a causa de un contrafuerte demasiado rígido), dolor en la planta del pie y talalgias (como consecuencia de una suela rígida), micosis, verrugas o eccemas por las dishidrosis al utilizar materiales sintéticos.
Aparte de todo esto es muy importante observar y tener en cuenta la marcha de nuestros hijos y el desgaste de sus zapatos; Si observamos que el niño se cae con frecuencia, que se cansa en exceso al caminar, un desgaste anormal de la suela, zonas de roce o enrojecidas en los pies… o cualquier otra anomalía en el pie del niño, deberemos realizarle para una correcta valoración.
Durante la maduración de la marcha es necesario realizar revisiones periódicas para comprobar que no existe ningún tipo de complicación y, si la hay, poder tomar las medidas necesarias antes de que la dolencia se agrave y pueda afectar a otras zonas del aparato locomotor como las rodillas o la espalda.
No deje nunca de vigilar y cuidar nuestros pies !!!, deberán durar TODA UNA VIDA.
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