En la ciudad española de Torrevieja, más de cuarenta nacionalidades se cruzan en sus calles y sus escuelas. Y en las aulas del Instituto Mediterráneo, jóvenes rusos y ucranianos comparten lecciones y sueños de paz, lejos del conflicto militar. Radio Francia Internacional estuvo con ellos.
REPORTAJE PUBLICADO POR: Radio Francia Internacional / Orlando Torricelli
Torrevieja es un turístico balneario de la provincia de Alicante, donde conviven 91.000 habitantes de cuarenta nacionalidades. Mientras la guerra de Ucrania continúa y la paz pareciera una hipótesis lejana, el Instituto de enseñanza secundaria Mediterráneo.
El centro acoge unos 1.200 alumnos de los cuales, más de un centenar, son ucranianos y unos ochenta, rusos. Sus familias han encontrado refugio en esa ciudad de la costa española, en busca de un mejor futuro para sus hijos, lejos de la guerra.
Tras el estallido del conflicto, se calcula que más de 30.000 alumnos ucranianos se han incorporado a los centros educativos españoles, mientras decenas de familias rusas, buscando evitar que sus hijos sean llamados a las filas, han optado por refugiarse en Torrevieja.
El director del Instituto, Manuel Albadarejo Martínez, nos explica que “la presencia de alumnado ruso y ucraniano en nuestras aulas no es nueva pero lo novedoso es el incremento significativo en el último año y medio. Son colectivos que ya tenían una presencia y una trascendencia muy importante en la localidad, con una asociación de ciudadanos ucranianos y una representación cultural de la población rusa”.
Si bien la guerra está lejos, los jóvenes alumnos no lo olvidan: “No hablamos mucho del tema, pero obviamente todos queremos que se acabe esta guerra. Las noticias españolas siempre hablan sobre la guerra de Ucrania. Todos queremos volver a nuestros países. Mi padre y mis abuelos están en Ucrania y quiero verlos”, dice Alexander, un alumno ucraniano. Daria, una joven moscovita de 16 años, nos da su punto de vista, esperanzado: “Pienso que es un evento muy terrible para todos, pero creo que es posible que termine”.
Para María Luisa, profesora de geografía e historia, trabajar con estos alumnos ha sido, además, de un desafío, una formidable experiencia humana: “A la hora de preparar las clases ha sido un reto tener en clase a varios alumnos que no conocían el idioma. Y humanamente ha sido una experiencia muy enriquecedora. Tenemos que agradecer a los alumnos de nuestro centro que hablan ruso y que han hecho de traductores, porque los recursos disponibles son escasos.”
Pero la convivencia no siempre es fácil. Al comienzo de la guerra, según un taxista de la ciudad, la policía recibía llamadas con frecuencia denunciando incidentes entre rusos y ucranianos. En el Instituto Mediterráneo las cosas parecen más sencillas.
“Somos un centro de 1120 alumnos y cómo director me gustaría decir que no existen conflictos, pero lógicamente en la convivencia sí existen. Ninguno de ellos está vinculado ni es consecuencia de la guerra en Ucrania. Son los conflictos propios de la convivencia cotidiana de alumnos de 12 a 18 años. Afortunadamente, para nosotros, la guerra está un poco lejos de nuestra ciudad”, concluye Albadalejo.
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Filed under: Actualidad, Cultura | Tagged: Cultura y Sociedad |
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