Llegado el Lunes de San Vicente, los torrevejenses se van a “comer la mona” al Molino del Agua, a la Pinada de La Mata, a Villa Culos … pero ante todo “Lo Albentosa”, se convierte en destino más habitual de las gentes de Torrevieja
Fernando Guardiola
Este lugar, donde nos refugiamos, en cada ocasión que nuestros cuerpos y nuestras mentes necesitan de un lugar donde reine la paz y la naturaleza por los cuatros costados es “Lo Albentosa”, un lugar del que hace algunos años ignorábamos su existencia. Ayer Torrevieja celebraba el tradicional Lunes de San Vicente. Muchas personas acudieron a la ancestral “Procesión del Comulgar” y desde primeras horas de la mañana, ya eran muchos los que se desplazaban a pasar el día, pertrechados de todo lo necesario para la ocasión, a saber, tumbonas, mesas, juguetes, tiendas de campaña, neveras y capazas llenas de las mejores viandas, en las que no faltaban las típicas monas de pascua, con que dar cuenta llegado el momento. Sobre mediodía, mientras yo disfrutaba de la hospitalidad de Inma Vera y su familia en el paraje de “Villa Culos”, lugar al que por cierto nadie supo decirme el porqué de tan contundente apelativo, mi compañero Carrión, tuvo la oportunidad de visitar aquella verdadera ciudad, a la que definí en otras ocasiones como la “Ciudad de la Alegría”. Allí el mundo se para por un día. Aquello es como volver al pasado, un pasado sin radios, sin televisores, sin bancos de esos donde cobran hasta por pasar por la puerta, sin políticos, sin asfalto y sin barreras, donde la única ocupación era descansar, divertirse y disfrutar de una pinada maravillosa.
Los más pequeños se lo pasaron en grande en el parque infantil que está situado en el centro y jugando a algunas cosas que en la vida cotidiana de la ciudad es imposible de hacer en la calle, como saltar a la comba, jugar al escondite o simplemente tirarse y revolcarse en el suelo y que los padres no les digan ni mú. En todos los sitios por donde pasas eres invitado a degustar todos los platos que preparan, y que saben a gloria, desde la pasta fría, las empanadillas, las ensaladas murcianas, las tortillas de patatas, …
Además en la pinada, cuando las ganas de mear o…. aprietan, se han instalado unos aseos “químicos”, que cuando los usan, hasta emanan perfume, ¡la leche, … vamos!. ¿Quién les iba a decir a aquel grupo de “rotarios” que iniciaron la plantación de los pinos que hoy disfrutamos, hace más de 23 años, que este rincón sería algún día, lo más parecido al Paraíso en Torrevieja.
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