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Los cooperantes

Francisco Sala Aniorte. Cronista Oficial de la Ciudad
(Publicado en “La Verdad” el 28.1.2014)

"La Capitana"

Agustina Paradiz “La Capitana”

El ‘Caso de la Cooperación’ es el nombre con el que se conoce al presunto caso de corrupción en el que supuestamente fueron desviados fondos que debieron dedicarse a la cooperación con países del Tercer Mundo y nunca llegaron a su destino. El destino del dinero, a través de las conexiones con estamentos públicos, era el departamento que concedía las ayudas, o sea que podía ser un robo con estafa al contribuyente. En una zona de Nicaragua se debía haber desarrollado un proyecto de «abastecimiento de agua y soberanía alimentaria» además otros presupuestados para programas en Camerún, República Dominicana, Malabo o Perú. Esta serie de hechos, que son de actualidad hoy en las páginas de los periódicos, me trae a la memoria el caso de Agustina Paradiz, que se titulaba ‘Capitán del Ejército’ y ‘Hermana de la Cruz Roja’, y se pretextaba de proteger a la benéfica institución recaudando fondos para los soldados mutilados e incapacitados en las últimas campañas militares españolas en Cuba y Filipinas por aquellos lugares por donde pasaba.
Desde hacía varios años venía recorriendo las poblaciones más importantes de España y apareciendo por Torrevieja, el 18 de septiembre de 1901, llevando uniforme de capitán y dos cruces rojas pensionadas del Mérito Militar, manifestando en todas partes que su empleo se encontraba legalmente autorizado; pero el delegado de la institución de la Cruz Roja en la provincia de Alicante, Ildefonso Ayarza, sospechó de la postulante y expuso al alcalde accidental torrevejense, Acacio Rebagliato, las dudas que tenía acerca de que dicha ‘capitana’ actuase debidamente, por lo cual fue detenida y sometida a un escrupuloso interrogatorio, del que resultó totalmente probado no ser tal ‘capitana’, viniendo realizando desde hacía varios años una importante estafa.
Se le registró su equipaje, encontrándosele gran cantidad de ropas y 1.367 pesetas -cantidad muy importante para aquella época-, justificantes de revistas y autorizaciones de la Guardia Civil, de varios jefes de provincia, de comandantes militares, gobernadores civiles, obispos, alcaldes, párrocos y de otras autoridades que le habían auxiliado en su recorrido por todo el país, consiguiendo, con una astucia inconcebible, muchos escritos recomendatorios. La supuesta ‘oficiala’, que tenía una audacia y astucia inconcebible, exhibiendo esos documentos, venía desde hacía tiempo sorprendiendo a la prensa y a las autoridades, cuyo concurso reclamaba para mejor explotar los sentimientos caritativos de los pueblos; decía que todo lo recaudado era para entregarlo a la asociación de la Cruz Roja. En sus viajes rogaba ser acompañada por una pareja de la Guardia Civil, presentándose al alcalde o a las autoridades más competentes, exponiéndoles detallada cuenta de lo recaudado, haciéndoles que la autorizasen con su firma para satisfacción de los señores de la Cruz Roja y autoridades de los pueblos que recorría, y solicitando estar acompañada por la Guardia Civil durante sus colectas para así recoger más donativos.
El uniforme que usaba se componía de falda granate, guerrera azul con vivos encarnados, y en las bocamangas llevaba las divisas de capitán, y en el pecho dos cruces del Mérito Militar pensionadas, ganadas, según decía, en la guerra de Cuba. Contaba cuarenta y cinco años, y decía ser natural de Granada.Había estado en Orihuela y después en Alicante, donde el delegado provincial de la Cruz Roja, Ildefonso Ayarza, encontró extraña la conducta de la ‘Hermana’, y consultó a la superioridad, recibiendo contestación de que no había tal ‘Hermana’, y que no había ‘Capitana’, ni nada para dicha razón. Habiendo dicha señora marchado a Torrevieja, Ayarza avisó al alcalde de esta villa que, sin pérdida de un momento, ordenó su detención, ocupándole el dinero que llevaba en su equipaje.Inmediatamente fue conducida a Orihuela, ingresando en la cárcel al día siguiente de su llegada. Por el juez de primera instancia del partido, Joaquín Sagaceta e Ilurdos, se empezó a instruir el correspondiente sumario para esclarecer los hechos, que resultaron de gran resonancia, pues en el tiempo que la Paradiz llevaba de correrías -desde 1892- por toda España había realizado infinidad de estafas, algunas de verdadera importancia. La ‘Capitana’ presentaba periódicos de Murcia y Alicante que se ocuparon de este raro suceso, y donde todo el mundo hacía comentarios.
Rápidamente las diligencias sumariales instruidas por este proceso estuvieron terminadas, manifestando así el celo y actividad que tuvieron aquellos funcionarios del Juzgado que intervinieron. Agustina Paradiz confesó que, sí se dedicaba a explotar su lucrativo negocio, era obligada por las circunstancias y para poder atender a su subsistencia y a una hija suya de quince años de edad. Días después fueron detenidas Antonia López Chacón y Julia Díaz Pérez, ambas también de Granada, por haberse comprobado que se hallaban al servicio de Agustina Paradiz en sus frecuentes excursiones para sorprender la buena fe de las personas piadosas y estafarles invocando el nombre de la Cruz Roja.Tanto la Asamblea Suprema de la Cruz Roja como otras importantes personalidades supieron apreciar el excelente servicio prestado por Ildefonso Ayarza, felicitándolo de una manera entusiasta y franca, ya que con su buen tacto, celo y actividad, evitó que tomara incremento una farsa tan diestra y hábilmente representada que durante tantos años había estafado poniendo en ridículo a autoridades civiles, militares, judiciales y eclesiásticas.Esta historia real, sucedida hace ciento doce años en Torrevieja y Orihuela, nos hace reflexionar y pensar que, tanto ayer como en la actualidad, son muchos los pedigüeños andariegos que van por el mundo engañando a los incautos y explotando los sentimientos de caridad y de patriotismo.
Del cojo, del manco, lesionado o impedido de algún modo para el trabajo, aunque se llamara -en aquella época- licenciado de Cuba- o parado con familia numerosa y en el paro -en los tiempos que corremos-, no se duda en socorrerlo, y más si pensamos en los penosos recortes de ayudas sociales y en las familias que han perdido sus casas y el trabajo. De los que se duda es de los que llevan sus ‘credenciales’ y ‘papeles’ perfectamente arreglados, para acreditar que son lo que quieren ser, o lo que aparentan


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