Comprar la fábrica de hielo por casi 1 millón, y gastar ni se sabe cuánto para montar ahí la Oficina de Turismo teniendo ya una, y bien bonita que es, es lo mismo que comprar más terreno para ampliar el Ayuntamiento teniendo muchísimos m² en propiedad justamente destinado a ello = un total sinsentido.
El Partido Popular vuelve a su línea de siempre, convirtiéndose en agente inmobiliario en un nuevo negocio de compraventa de un edificio de propiedad privada, la antigua fábrica de hielo, en el que posteriormente habrá que hacer una muy fuerte inversión pública para su rehabilitación por tratarse de un elemento protegido del catálogo del PGOU de Torrevieja, estimamos que podemos hablar tranquilamente de 2 millones de euros para convertir esa ruina en oficina de turismo; a no ser que se haga la vista gorda, se ignore su clasificación especial, como ya se hizo con el Teatro Nuevo Cinema, es decir que se demuela entero sin contar con nadie y se decida que tenga otro final distinto al prometido, siempre a costa del dinero de los impuestos de los contribuyentes, por supuesto.
Todo el esfuerzo y las inversiones realizadas en el año 2012 para el rescate y la rehabilitación del restaurante Miramar para convertirlo en la excelente Oficina Municipal de Turismo que es a día de hoy y además en referente tecnológico de la Red Tourist Info pasará a la historia tras solo 9 años de vigencia pese a su localización estratégica sobre la dársena portuaria con unas vistas de primer orden entre la que destacan la de las instalaciones y el muelle de las Eras de la Sal y la bahía de Torrevieja. Quien no la conozca aún, debería acercarse a verla, pues no sabemos cuánta vida le queda a esas dependencias municipales.
En otro orden de cosas, la directiva y los socios del Club Náutico han resistido y peleado durante muchos años para permanecer y no moverse de sus instalaciones de siempre, de donde quería echarlos el anterior alcalde del PP, Hernández Mateo. Pero ahora su heredero Eduardo Dolón parece quererse quitar de un plumazo la Oficina de Turismo que pretende derribar, cuestionando de nuevo la existencia del Club Náutico, y al mismo tiempo meterse en el negocio de adquirir y rehabilitar una propiedad privada que nos va a costar literalmente una millonada.
La fábrica del hielo, además de su idoneidad o no para albergar la Oficina de Turismo, tiene muy escaso valor económico pues su forma de triángulo le limita sensiblemente su superficie y volumen edificatorio, al igual que ya pasó con la esquina del viejo edificio de Victory entre las calles Gabriel Miró, Villa Madrid y Gregorio Marañón, además de que su ruinoso estado y calificación como elemento protegido encarecerían considerablemente el coste de su rehabilitación.
Con todos estos antecedentes, la operación se parece más a un pelotazo urbanístico que a la necesidad de cubrir un déficit municipal, como siempre, aparcando la revisión del PGOU aprobada por el anterior gobierno de José Manuel Dolón de la que nunca ha querido ni oír hablar el PP para tener la vía libre, como con este asunto o con la pretendida actuación en la zona portuaria. En definitiva, actuaciones a la carta de las que solo sacan beneficio los amigos de siempre, pagando los ciudadanos los costes y los platos rotos.
Carmen Morate
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