En un auditorio lleno hasta la Bandera, Luis Piedrahita hizo, cómo era de esperar, reír a todos los que allí se dieron cita sobre las cosas más cosas más cotidianas del día a día. Interactuando a menudo con el público, todo su monólogo fue un no parar de risas por cosas cotidianas que todos hemos vivido. La anécdota ocurrió más o menos a mitad de la actuación, cuando se fue la Luz en el auditorio, quizá fruto de las intensas carcajadas de los asistentes, aunque el humorista siguió con su actuación con ayuda del público que lo enfocaban con las linternas de sus móviles. Tras aproximadamente cinco minutos se solventó el problema. Luis fue despedido con una gran ovación tras su actuación.
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