Francisco Sala Aniorte, es Cronista Oficial de la Ciudad
(Publicado en el diario “La Verdad” el 11.Febrero.2014)
Este año el Carnaval de Torrevieja vuelve a incluir el Concurso de Murgas consistentes en grupos de personas que cantan con letras en las que se hace crítica generalmente hacia la política, pero también a los problemas de la sociedad en general, que no son pocos. Frecuentemente están desarrolladas con humor e ironía y se hacen sobre la base de canciones populares a las que se les cambia la letra, con diversos instrumentos siendo siempre uno de los elementos más populares de estas fiestas, no exentas de censuras y limitaciones a lo largo de la historia.
En 1789, a la vez que nacía el poblado de Torrevieja, el obispo de Orihuela, Josef Tormo, erigió una ayuda de parroquia dedicada a la Inmaculada Concepción, dictando el prelado las normas a cumplir los días festivos en todo el obispado, refiriéndose, ya por aquel entonces a los bailes con disfraz: «Y como nada es tan opuesto à lo sagrado è importante fin, como por lo que por una ignorancia, error, equivocación o corruptela digna de llorarse amargamente, se está practicando en dichos días con no poco oprobio del verdadero religioso culto, declaramos à su conseqüencia, que los actos justamente prohibidos en ellos son: todo genero de espectáculos publicos y profanos, [&hellip] especialmente en calles ò plazas, que perturban el comercio publico, y libre concurrencia à los Sagrados Templos, bayles con disfraz ò sin el, [&hellip] y cualesquiera otros, que atraigan la concurrencia de gentes de ambos sexos [&hellip].»
El pueblo llano justificaba los carnavales y ante la Iglesia con la excusa de celebrarse para pedir y recaudar dinero y fondos bien para arreglos en el templo o para dedicarlos a fines benéficos. Y describe el ilustrado obispo Josef Tormo y Julia algunos detalles sobre la celebración del Carnaval en el obispado de Orihuela: «En algunos de los Pueblos se contraviene publicamente à las Reales Ordenes de su Magestad, [&hellip] no solo se bayla por ocho, doce , trece y aun catorce dias consecutivamente, sino que se hacen Mascaras, vistiendose los hombres con trages de muger ò de Botargas, usando ambos de Mascarilla, mudando la voz, y metiendose de tropel en los Bayles para mover la griteria y alboroto de las Gentes, y divagando todo el dia con Dulzayna y Tamboril con grande algazara por las calles y plazas, entrandose en todas las casas, y obligando a todas las mugeres à que baylen aunque sea poco, y a dar una gratificacion al Dulzaynero [&hellip]»
De nada sirvieron las prohibiciones, tanto de la Iglesia como de los estamentos políticos. Las numerosas Leyes Eclesiásticas y abundantes Ordenes Reales no lograron que se dejaran de celebrar, año tras año, las fiestas del Carnaval en todo el obispado de Orihuela, incluso en la nueva población de Torrevieja.
En febrero de 1855, con motivo de obtener fondos para uniformar a la Milicia Nacional, acordó el Ayuntamiento de Torrevieja organizar bailes de máscaras, celebrándose en la escuela y estableciéndose una entrada de distinto precio para hombres y mujeres. Es la primera vez que un estamento oficial tomó parte en la organización de unas fiestas de Carnaval. Para carnavales sonados en Torrevieja los del año 1867, el domingo, 3 de febrero, a las ocho y veinte de la noche, sucedió un gran terremoto de 5 grados su intensidad en la escala de Ritcher. Se sintió del lado noroeste al suroeste, siendo su duración de unos 20 a 25 segundos y estando acompañado de un ruido estrepitoso. Justamente sucedió cuando la mayor parte de las familias estaban preparándose para asistir al baile de máscaras que iba a darse en el salón del Ayuntamiento. «Castigo del señor», replicaron algunas personas contrarias a esta festividad, invocando a gritos el amparo de la Purísima Concepción y llamando con dolorosos lamentos a los miembros de la familia que no estuvieran presentes. Pese al susto no hubieron víctimas.
Con el paso de los años participaron algunas instituciones en la formación de comparsas. El Santo Hospital de Caridad formó durante varios años estudiantinas compuestas por jóvenes que tocaban guitarras, panderetas, bombos o platillos, continuando con la práctica -singularmente carnavalesca- de pedir una invitación o algunas monedas a los espectadores.
Las ordenanzas municipales del año 1875, dictaron las normas a seguir los días de su celebración y en los bailes de máscaras: «1º. En los tres días de carnaval se permitirá andar por las calles con disfraz y con careta, pero sólo hasta el anochecer. 2º. Tanto por las calles como en los bailes queda prohibido el uso de vestiduras de ministros de la religión o de las extinguidas órdenes religiosas y trajes de altos funcionarios y de Milicias, como también el de otra cualquier insignia o condecoración del Estado. 3º. Ninguna persona disfrazada podrá llevar armas ni espuelas aunque lo requiera el traje que use, extendiéndose esta prohibición a todas las personas que, aunque no disfrazadas, concurran a los bailes, en los cuales ni los militares podrán entrar con espada, ni los paisanos con bastón, exceptuándose sólo la autoridad que presida. 4º. A esta solamente corresponde mandar quitar la careta a la persona que no hubiese guardado el decoro correspondiente, cometido alguna falta o causado cualquier disgusto en el público. 5º. Se recuerda además en dichos días la prohibición expresa de vender y quemar carretillas y petardos de mixtos fulminantes y arrojar aguas o basuras, o dar con guantes. Para el debido orden en las demás diversiones regocijos propios de aquellos días, se tomarán además por la autoridad las disposiciones convenientes».
Estos artículos se volvieron a repetir en las Ordenanzas Municipales de Torrevieja, promulgadas en 29 de abril de 1895; el quinto artículo no se promulgó, seguramente al haber desaparecido la costumbre, durante la celebración de los carnavales, de quemar carretillas y petardos, así como el arrojar aguas o basuras, o dar golpes con los guantes.
Durante los quince o veinte días que duraban estas fiestas, apenas anochecía, las máscaras pululaban por las calles, camino de alguna mascarada o baile popular de disfraces. Aquel Carnaval fue, durante mucho tiempo en Torrevieja una evasión del mundo real, hacia los mundos del deseo, de la ilusión y de la fantasía. Una evasión que duraba unos días o unas horas.
En 1939, al término de la Guerra Civil, con la prohibición del antifaz, desaparecieron de los escenarios carnavalescos, y aquellas mascaradas pasaron a la historia.
Con la llegada de la democracia a los ayuntamientos volvieron a celebrarse Carnavales en muchos pueblos, entre ellos en Torrevieja, donde en 1986: el reinado de Don Carnal volvió a imperar con todo su esplendor y las murgas, con su irónico y sarcástico humor han cantado muchas verdades como templos ¡Qué salga el Canaval! ¡Viva el Carnaval!
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