Muy buena entrada la de anoche para ver ¡por fin! en el remodelado escenario del Auditorio Internacional, una obra de Teatro. Y en verdad que lo hizo a lo grande. “La comedia de las mentiras” es un refrito de obras y personajes, recopilados pespunteados y cosidos con mucho arte por Pep Anton Gómez y Sergi Pompemayer de diversas obras de Plauto para hacer una comedia de estilo clásico en el mundo actual y que no pierde ni un ápice de cordura en el tiempo. Los espectadores se divirtieron de lo lindo con los enredos, fruto de las mentiras que terminan en un apoteosis terminal, en los que si no pones atención, es capaz de perderse hasta el apuntador, con una catarata de trolas que se destapan de golpe al final, como el que abre una lata de gaseosa después de agitarla media hora.
“La comedia de las mentiras”, la guía con paso firme un Pepón Nieto vestido de mayordomo, que va presentando a los personajes y exponiendo el nudo de historias que confluyen en escena. Resumiendo mucho, se puede contar que dos hermanos, Hipólita y Leónidas, están enamorados respectivamente de Tíndaro y Gimnasia, que no son los pretendientes que querría para sus hijos el padre de ambos, un avaro de manual en viaje de negocios, que ha dejado al frente de la casa a Cántara, su hermana solterona, a quien un galán abandonó cuarenta años atrás sin ninguna explicación. A su vez, Degollus, un general macedonio, ha comprado a Gimnasia para su personal goce. Y, en medio de todo el embrollo, se sitúa Calidoro, esclavo que teje una gran red de mentiras para ayudar a los díscolos enamorados y poderse mantener él mismo a flote. Todos tienen algo que ocultar en esta apoteosis de la mentira que viene a ser, un vodevil de la verdad descubierta. Las interpretaciones, con una María Barranco sembrada, merecedoras del aplauso largo y sincero que se les brindó, aunque yo personalmente me quedo con “Gimnasia”, interpretado por Marta Guerras, un torbellino que más parecía una muñeca a pilas con sus movimientos y giros a velocidad de centella, la misma que utiliza para hablar sus casi monólogos con una gracia y un desparpajo que mientras està en el escenario, no puedes perderla de vista porque actúa, aunque sea en la sombra cada segundo de estancia.
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