VÍDEO: Pinchando sobre la foto
Por Kevin Gumprecht
Si me hubieran dicho hace unos años que estaría escribiendo sobre mi cambio físico, probablemente no lo habría creído. En ese entonces, mi cuerpo reflejaba una serie de decisiones que tomaba sin realmente ser consciente de las consecuencias. No me sentía a gusto conmigo mismo, y aunque muchas veces intentaba convencerme de que estaba bien, algo en mi interior me decía que debía cambiar.
El detonante fue una conversación casual con un amigo, que me mencionó lo agotado que parecía todo el tiempo. En ese momento, algo se encendió en mí. No solo quería verme mejor, sino sentirme mejor, tanto física como mentalmente. Sabía que no sería fácil, pero también sabía que valía la pena intentarlo.
El proceso fue todo un desafío. Los primeros días de ejercicio fueron agotadores, al punto de pensar en rendirme más de una vez. Me enfrenté a barreras mentales y físicas que jamás pensé que existirían. Aprender a comer mejor, hacer ejercicio de manera constante, y cuidar de mi bienestar en general requirió una disciplina que nunca antes había tenido. Hubo semanas en las que no veía cambios y sentía frustración, pero poco a poco, con paciencia, mi cuerpo y mi mente empezaron a responder. Y con cada pequeña victoria, mi motivación crecía.
Con el tiempo, los cambios físicos empezaron a notarse, pero lo que más me sorprendió fue lo mucho que cambió mi mentalidad. El compromiso que adquirí conmigo mismo fue la mayor enseñanza de todo el proceso. Me di cuenta de que no se trataba solo de verse bien, sino de sentirse bien por dentro y por fuera. Comencé a confiar más en mí mismo, a ser más resiliente, y a valorar la importancia de cuidar mi cuerpo, porque es el único que tengo.
Hoy, cuando miro atrás, me siento orgulloso de lo que he logrado. No fue fácil, y no todo el tiempo estuve motivado, pero me comprometí y eso me ha traído hasta aquí. Este proceso me ha enseñado que el verdadero cambio empieza por dentro, y que no importa cuánto tardes en llegar a tu objetivo, lo importante es no rendirse.
Mi historia aún no termina, porque siempre hay algo nuevo que mejorar, pero estoy agradecido por todo lo que he aprendido hasta ahora. Este viaje ha sido mucho más que un cambio físico, ha sido una transformación en la forma en que me veo y me cuido, tanto en cuerpo como en mente.
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