Mayte Muñoz Freijido
Secretaria de organización Sueña Torrevieja
Creo que hace años que no había tantas personas con tanta ilusión por la política, tantas que incluso se han decidido a comprometerse con un proyecto político hasta el punto de ir en puestos con posibilidades de resultar electos en las elecciones municipales.
Para la mayoría, los ayuntamientos son instituciones desconocidas, pero seguro que han utilizado servicios municipales, incluso han realizado alguna tramitación administrativa puntual en ellos. Sin embargo, muy pocas personas conocen su funcionamiento, los que más saben de normas y leyes son los empleados y empleadas públicas con quienes compartirán los próximos años. Los ayuntamientos no necesitan personas técnicas elegidas por la ciudadanía, sino políticos y políticas capaces de liderar a la organización municipal y al conjunto de la ciudadanía del pueblo o ciudad, personas con valores que sean capaces de transmitir seguridad y no todo lo contrario.
Estas personas tienen que:
1. Aprender a sobrellevar la decepción. Aunque se intente contentar a todo el mundo, no siempre se puede.
2. Aprender a confiar en los funcionarios. A menudo con bastantes más conocimientos que el propio concejal.
3. Aprender a gestionar alianzas y buscar consensos.
4. Aprender a manejar las relaciones con “los suyos”. A hacer equipos con quienes gobiernan sin que sea del agrado de sus simpatizantes.
5. Aprender a manejar los “tiempos” de la política. Saber llegar y saber marcharse, no anclarse al sillón. Saber gobernar como si se fuera a estar siempre pero con la maleta preparada para irse.
6. Aprender a que la vida privada deje de serlo o al menos no lo sea tanto. A no poder pasear sin que te saluden decenas de personas preguntándote por “lo suyo” o planteándote alguna magnífica idea que han tenido. A mantener una vida que por un periodo deje de ser suya.
7. Aprender a decir que no y no dejar de ser uno mismo.
8. Aprender a ser humilde y no elevarse a las alturas despreciando a los demás.
Estos y algunos otros temas no se hablan ni se enseñan cuando se entra ni cuando se está en política. Cada uno ha de aprenderlos a base, frecuentemente, de golpes y frustraciones. A menudo y equivocadamente a defenderse detrás de una costra de cinismo y despotismo que aboca, a veces, a abandonar tempranamente la política, bien por motivos de salud, bien porque por ese proceder, pierdes la confianza de tus seguidores.
Por todo ello señores y señoras concejales algunos son dignos de admiración porque han aprendido y otros “pobres”, dan pena, porque en vez de hacerlo se han empoderado creyéndose dioses y diosas del universo.
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