Juan Carlos García Sala
Torrevejense del Sequión.
A mediados del año 1.991 y tras varios meses de tensión, estalló en Yugoslavia , una cruenta guerra (guerra de los Balcanes) que durante 10 años, dejó más de 140.000 muertos y más de 4 millones de desplazados. Esta guerra hizo desaparecer al país yugoslavo como tal, desmembrándose y convirtiéndose en seis (Eslovenia, Croacia, Servia, Bosnia y Herzegovina, Macedonia y Montenegro).
Todo se desencadenó por diferencias culturales, económicas y políticas, además de las tensiones étnicas y religiosas. Serbios de Milosevic y Croatas de Tudman, iniciaron una escalada fatídica que todos incrédulos vimos prácticamente en directo por la TV.
Con esta introducción, no quiero alarmar a nadie, pero lo que ocurrió en ese territorio en esa época, empezó con pequeñas disputas y enfrentamientos locales y provinciales, que nadie pensó que desembocaría al horror de una guerra civil, alimentada y empujada por militares megalómanos que disfrutaban con el conflicto, que unidos a los independentistas más radicales, crearon una fórmula magistral que derivó irremediablemente en guerra. Si, guerra. Ese conflicto que nadie sabe ni cómo se origina, ni mucho menos como va a terminar, pero con la certeza de que todos van a perder.
En nuestro país, siempre fuimos dados a criticar, increpar y ridiculizar al político de turno, pero siempre dentro de unos límites y con unas líneas más o menos delimitadas con un, mínimo de respeto, hacia la persona del mandamás elegido (recordemos) democráticamente por mayoría mediante elecciones generales.
El 2 de Junio de 2.018 y mediante una moción de censura (legítima y contemplada en nuestra constituciónón), cambió el gobierno pasando Pedro Sánchez a la cabeza del PSOE a gobernar el país.
En ese punto y a raíz de que algunos medios conservadores azuzaran a “sus” seguidores con proclamas antiSanchez y antiPsoe, como la famosa de “okupa” que rápidamente se instauró en redes sociales, fue donde se abrió la veda de insultos , menosprecios, proclamas, falsedades y toda una colección de falacias que tuvieron su inmediata respuesta por la parte contraria. Y hasta hoy, que abriendo cualquier periódico o escuchando o viendo cualquier programa de radio o tv y sobre todo en redes sociales, nos damos cuenta que se han perdido las formas, el respeto y muchas veces hasta la más mínima educación para referirse a cualquier líder o afín político, ya no en el terreno laboral sino en el privado, con epítetos y adjetivos irreproducibles que con la pantalla de la libertad de expresión, dan rienda suelta a un rencor(?) que cuesta entender.
A todo esto apareció el fatídico covid-19 y sirvió de germen para incrementar un clima político-social insostenible. De momento aparecieron cientos (miles) de expertos en pandemias, todos sabían cuando y cómo erradicar los contagios, todos tenían la fórmula mágica, todos saben quien es el culpable, todos expertos en interpretación del BOE, pero casualmente ninguno ha movido ni un dedo para ayudar a la causa, excepto llamar a la movilización, a las caceroladas, a la insubordinación contra lo que viniera del otro lado, contribuyendo a la escalada de insultos, improperios y un clima de odio inusual en nuestro país. Palabras como “facha” y “rojo” dichas además con acritud, se han instaurado en nuestro vocabulario diario, para diferenciar claramente dos bandos irreconciliables y tensando diariamente no se con que fin, una cuerda que aguanta mucha presión, hasta que no pueda más si no somos capaces de controlarla.
Nos han repetido muchísimas veces que de esta saldremos más unidos y fuertes, pero diariamente vemos que cada vez está más lejos esta premisa, distanciándonos cada vez más por nuestro egoísmo e incapacidad para reconocer errores.
Todas estas circunstancias nos han llevado irremediablemente a un clima de odio político, religioso y étnico, alentado sobre todo por extremistas (de todos los bandos), que yo personalmente no tengo ni idea de cómo podemos salir, sobre todo para que la salida sea la adecuada.
Supongo que poco ayuda la incertidumbre política, pero un poco de paciencia y relajación verbal no nos vendría nada mal.
En Yugoslavia, no se si empezaron así, pero seguro que al principio del problema, ni en sus peores pesadillas pensaron que llegarían donde llegaron.
Conste que en mis artículos, solo especulo con posibles situaciones, que creo y espero que nunca se den .
Pero como decía el anuncio de la ONCE: “ahí lo dejo…..”
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