Álbum, pinchando sobre la foto
Fernando Guardiola
Antaño, cuando la vida de los pueblos, era mucho más serena, sin las prisas ni los “estreses”, y los valores como la familia, la amistad y la caridad, tenían un sentido del que hoy por desgracia carecen, el período navideño se estiraba todo lo posible, pero en sentido inverso al actual. Mientras ahora colgamos el bañador y cogemos la zambomba, hace no tantos años, la navidad en sí, empezaba con el sorteo de la Lotería de Navidad y su popular “gordo” y terminaba cuando en las casas se agotaban los polvorones, los “mantecaos” y el poco turrón que se podía comprar. Eso sí era del bueno, de pura almendra “marcona” y de Jijona. Esa fecha solía coincidir con la festividad de San Antonio Abad, patrón de los animales. En este día las personas que conviven con animales de compañía, los antes llamados domésticos, acuden a las iglesias con ellos para que sean bendecidos, como lo que son, seres vivos que a veces dan más amor, y compañía, que algunos de nuestros congéneres y que carecen de sentimientos tan abominables como la envidia y el rencor. Torrevieja a pesar de haberse convertido en una urbe cosmopolita, ha conservado esta costumbre, que este año ha sido particularmente numerosa. Cientos de personas, conducían sus animales las puertas del Templo de la Inmaculada, donde el párroco Manuel Martínez Rocamora, impartió agua bendita sobre perros, gatos, ninfas, tortugas, hurones, periquitos y toda clase de bienaventurados seres que pasaban ante la imagen del Santo, que presidía la ceremonia.
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