Jose Manuel Botia
Todavía recuerdo aquella primera guardia en la calle Zoa. Aquel primer incendio. Aquellas primeras veladas escuchando tus aventuras, y riendo contigo. Aunque hace ya más de 20 años, todavía recuerdo cuándo te conocí, porque es imposible olvidarlo. Entonces era casi un niño, y aunque al principio no fue fácil debido a ciertos problemas por los que atravesabas, eso me dio la oportunidad de aprender muchas cosas, y que me ayudaras a ser un hombre. El hombre que soy ahora, porque sin ti no hubiera sido igual, de eso no tengo duda.
Han sido once años en el mismo turno; y son incontables las aventuras que hemos vivido juntos. Hemos salvado vidas, hemos solucionado problemas, hemos pasado penas y glorias. Hemos reído y llorado juntos, me abriste tu casa y familia, y finalmente nos hicimos amigos.
Cada guardia, cada hora y cada minuto contigo era una doble sesión, de risas y de anécdotas que me daban la oportunidad de aprender tu forma de entender la vida. Porque nada de lo que decías pasaba desapercibido para mí. De todo, aunque fuese una simple broma había algo que podías enseñarme. Siempre admiré tu increíble habilidad para reducir hechos complejos en una simple frase; problemas difíciles en soluciones prácticas, y personas complicadas en descripciones certeras. Porque además de corazón, demostraste inteligencia. Eso nadie lo pone en duda.
Jamás olvidaré tu risa, tu voz, tu forma de mirar, tus gestos y tus frases hechas. Jamás olvidaré tus abrazos de compañero, incluso últimamente, tus besos de amigo y hermano, porque al final es lo que fuimos, sangre de la misma sangre. Bomberos en definitiva, que es lo que eras, y en lo que yo me convertí trabajando contigo: Bombero de Torrevieja. Cosa nada fácil por aquel entonces. Y tú lo hacías sin miedo alguno. Porque jamás te vi retroceder, sino todo lo contrario.
Eres tan parte del Cuerpo de Bomberos, como nosotros de ti. De manera que aquí seguirás; cada guardia, cada hora y cada minuto, porque seguiremos hablando de ti y recordando a ese compañero que fuiste, que eres y que seguirás siendo siempre.
Me niego a despedirme de alguien como tú. Porque alguien como Ángel Clares Escámez, jamás puede morir. A lo largo de tus años de servicio te has encargado de integrar una parte de ti en cada uno de nosotros; por eso es tan difícil que alguien como tú muera de verdad. Que siga sonando tu voz, tu forma de pensar, tus vivencias, anécdotas, frases y costumbres, es ahora tarea nuestra compañero. Y te garantizo que no nos va a costar hacerlo. Seguirás vivo en nosotros hasta que nos volvamos a encontrar.
Haberte ido sin ser nadie sí que hubiera sido triste. Pero irte dejando unos hijos bien hechos, una labor a tus espaldas, y un elenco de familiares, compañeros y amigos que te recuerdan no es sino un éxito. Mientras tanto, aguarda tranquilo, porque allí donde estés, estoy seguro de que tienes mucha gente que te quiere.
Hasta la vista compañero
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Filed under: Actualidad | Tagged: Carta, Clares, postuma, torrevieja |
Siento una pena muy grande, y la tristeza se me mezclan con los buenos recuerdos.