Está demostrado que atemorizan más las imágenes que los números, y eso pensó el gobierno italiano para lograr que nadie saliera a las calles sin causa justificada
Fernando Guardiola
Desde que el día 9 de marzo el Gobierno central comenzó a hacer las primera indicaciones y posteriores órdenes de cierres de colegios, polideportivos y centros de gran afluencia de público, pasando por el sábado 14 en que se decretó el Estado de Alarma, el coronavirus (COVID-19), ha ido dejando a lo largo y ancho de nuestro país un reguero de infectados y muertos que cada aumenta hasta llegar ayer a los 65.719 afectados y 5.138 muertos.
Aun así y después de 13 días de aislamientos social, no son pocos los que buscan artimañas, como si de un maléfico juego se tratara, para salir y campar a sus anchas por las calles, pasean siete veces el mismo perro, o van a comprar en parejas, o por turnos. Más aún anteponiendo la economía a la pandemia, y las autoridades siguen empeñadas en permitir que brigadas de albañiles y empelados de otras industrias campen a sus anchas en las obras y fábricas, sin protección, en grupo y circulando como quieren.
Por afinidad cultural y geográfica el carácter y la forma de vida de los españoles es muy parecida a Italia, el país del mundo más castigado por el terror de la pandemia, con 86.498 casos y más de 9.000 muertos. Pues bien hasta hace unos días las medidas de restricción eran las mismas que aquí, incluso que ambos gobiernos optaron por no dar nada más que números, frías estadísticas que solo “duelen” a los familiares y amigos cercanos. El Gobierno Italiano comprobando que aún así, como aquí en España las personas hacían caso omiso a las restricciones, autorizó a las televisiones a emitir imágenes de los duelos, las lágrimas y el dolor de familiares y amigos, los féretros en las morgues y las largas colas de las vehículos militares cargados de ataúdes. Además de prohibir la actividad a toda empresa que no sea para producir o vender lo más básico para sobrevivir.
No han bajado mucho las cifras, pero desde entonces las calles de Italia, están desérticas, por temor a ser protagonistas de esas imágenes, nadie sale a la calle y aún menos sin proteger. Y al parecer el pico ha llegado a su máximo cenit.
No sé si ha sido todo lo eficaz que deseamos, y si en cierto modo es ético, pero al menos se ha demostrado que el miedo mueve más que los números y la gente en Italia se queda en sus casas, es para pensarlo, porque “si no lo vemos, no lo sentimos”.
#QuedateEnCasa
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