Gabriel Estañ
Recientemente Luis María Pizana, concejal del Partido Popular, publicó en este medio un artículo llamado “Cero corrupción” que ha levantado no pocas críticas en los corrillos locales y en las redes sociales. A mí, sin embargo, me gustaría felicitarle. Y me explico. Afirmar que “ya no pido, sino que exijo que se depuren responsabilidades dentro y fuera del partido” o que “que se aparte de nuestro camino a aquellos que no son dignos de estar entre nosotros” dentro de un partido anegado por la corrupción es, siempre y cuando no sea una pose, un acto revolucionario.
Porque el Partido Popular a nivel nacional, autonómico y provincial se encuentra inmerso en una infinidad de casos de corrupción como la Gurtel, el Brugal, la Operación Púnica, Bárcenas, la Pokemon, Ana Mato o el Palma Arena.
La cantidad de destacados dirigentes imputados aumenta cada día y muchos de ellos van entrando en procesión en las diferentes cárceles españolas mientras la mayoría de dirigentes del PP se ponen de perfil para evitar las miradas acusadoras de la población y sobre todo de fiscales y jueces.
Y en ese clima, Luis María Pizana escribe un artículo con duras críticas a su partido, afirmando incluso que “como siempre digo, quien sepa, haya visto o conozca de alguien que ha cometido algún delito, por su dignidad o por la de todos los demás, que vaya y lo denuncie. Yo lo haría”. Ahora Pizana que también propone la realización de primarias abiertas en un partido cuya democracia interna actual se asemeja a la del Partido Comunista Chino, tiene la oportunidad de iniciar una regeneración democrática dentro del PP, pero para ello, tendrá que demostrar que sus afirmaciones incluyen una crítica contra, por ejemplo, Joaquín Albaladejo, portavoz del PP local, de quien un juzgado acaba de afirmar que no tenía derecho a la compatibilidad con sus negocios y el salario público que cobró la pasada legislatura, y por tanto, con esa “férrea defensa de la limpieza democrática” Pizana podría estar exigiendo a su compañero de filas la devolución de los 170.000 euros a las maltrechas arcas públicas. O podría estar exigiendo la dimisión de los concejales que emplearon sus teléfonos móviles públicos para fines claramente contrarios a su función como concejales. También podría estar criticando a quienes permitieron los sobrecostes de más de tres millones de euros en el teatro municipal o a quienes al parecer falsificaron un acta de la Junta de Gobierno, todas estas personas compañeros suyos en el PP local. O tal vez Pizana podría estar proponiendo que se retirasen todas las placas de la ciudad en las que se nombra al ex alcalde condenado por corrupción.
Ahora, Luis María, tienes la oportunidad de pasar a los hechos y demostrar que tus palabras no son una simple pose populista.
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Aquí os dejo el artículo que me ha publicado Objetivo Torrevieja hoy.