El “gobierno Frankestein”, ha sacado el típex, suprime el adjetivo numerosa aplicado a familia y lo sustituye por la expresión «familias con mayores necesidades de apoyo a la crianza».
Juan Manuel Martínez Fernández
No me negarán ustedes que a la familia de toda la vida le está pasando como a otras realidades que creíamos más o menos sólidas, y que se van volviendo líquidas. La identidad sexual, la paternidad y maternidad, el matrimonio… por citar algunas de nuestro ámbito. El blanco y negro ha pasado a ser una infinita variedad de grises. Incluso los números ya no son fiables.
Familia Numerosa
En esta interesada confusión, que crea una especie de neblina intelectual, es fácil desorientarse. Y uno se pregunta si es antes la realidad o la ficción. Las cosas son así y se les pone nombre, ¿o se cambia el nombre para transformar la realidad?
Pongamos la lupa en la familia. ¿Qué es la familia? ¿Cuántos tipos hay? ¿Qué familias merecen protección social?.
Hasta hace poco, las familias con más hijos constituían un pilar de la sociedad. Eran —y siguen siendo— familias que, por el número de hijos, recibían a cambio de su aportación humana a la sociedad, medidas de gracia (de poca cuantía, todo hay que decirlo). Una especie de compensación simbólica por lo que suponía el esfuerzo de la crianza y el ejemplo que daban a la sociedad.
Pero los tiempos han cambiado.
Aunque algo queda. Lo de la crianza, por ejemplo. La nueva ley de familias, que quedó en estado de buena esperanza hasta que naciera el siguiente “gobierno Frankestein”, ha sacado el típex, suprime el adjetivo numerosa aplicado a familia y lo sustituye por la expresión «familias con mayores necesidades de apoyo a la crianza». Con ello pueden entrar en el saco de los “beneficios”: las familias monoparentales con dos hijos; las de dos hijos encabezada por una víctima de violencia de género; la formada por un cónyuge que haya obtenido la guarda y custodia exclusiva sin derecho a pensión de alimentos con dos hijos y un ascendiente o descendiente con discapacidad y la constituida por dos hijos y un progenitor que esté en tratamiento hospitalario durante un año o haya ingresado en prisión.
Todo muy en la línea de la ampliación de derechos.
Y por arte de birlibirloque que pasamos de familias numerosas a numerosas familias. Pero sin nombre de número, que suena a casposo y franquista eso de familias numerosas. Y del fogón progre salen los distintos tipos de familias que recoge la ley. Tomen aliento y soplen para enfriar la sopa: Familia biparental, Familia ‘monomarental’ o ‘monoparental’, Familia joven (formada por una persona menor de 29 años y sus hijos/as o por 2 personas menores de 29 años que tengan un vínculo matrimonial o como pareja de hecho y sus descendientes), Familia LGTBI homomarental y homoparental, familia con mayores necesidades de apoyo a la crianza, Familia múltiple (hace referencia a familias en las que existen nacimientos, adopciones o acogimientos múltiples), Familia reconstituida (en este caso, alguno de los miembros de la pareja tendrá hijos/as de anteriores relaciones), Familia inmigrante, Familia transnacional, Familia intercultural, Familia en el exterior, Familia retornada, Familia en situación de vulnerabilidad, y… cómo no, también otras situaciones y realidades como Personas solas, Personas unidas en matrimonio, y Pareja de hecho.
Verán que, en minúscula, he dejado a las familias con mayores necesidades de apoyo a la crianza. Adivinen ustedes por qué. He de reconocer que nuestros queridos legisladores, en una sociedad como la nuestra en la que todo el mundo puede constatar la cantidad de niños que hay en relación a los que pasamos de los cincuenta, van a lograr lo que parecía imposible, que el tamaño no importe. Ahora, sopa de letras y números.
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Filed under: Actualidad | Tagged: Opinión |
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