Conchita Moreno Alonso
Nos encontramos en la plenitud del otoño. Tenemos menos luz. Al sol le cuesta madrugar y con el cambio de la hora las tardes de noviembre se acortan sensiblemente. Cuando dan las cinco, empezamos a decir.
-Ahora mismo se hace de noche. Y efectivamente enseguida se hace de noche.
Con la fiesta de Todos los Santos, acompañada de las pocas horas de luz, suelo dar por terminado mi particular verano de baño y playa. Septiembre y octubre han estado llenos de hermosos días de mar en calma, aguas transparentes y ausencia de gente. Bueno ausencia total no, pero vamos la justa para tener un poco de compañía.
Estos dos meses han compensado lo poco que he podido disfrutar de la playa en verano. Había demasiada gente a todas horas. Ahora habrá que esperar hasta el mes de mayo. Esos primeros baños también tienen su encanto.
Damos por finalizada esta etapa, pero el mar siempre está ahí, en todas las estaciones del año. Para quienes disfrutamos con su simple contemplación: en calma, con olas, con viento. Con sus matices de colores, tanto en días nublados, como de pleno sol. Y las rojizos atardeceres, que se suelen dar en otoño.
Hace fresco al amanecer y cuando cierra la tarde.
Es noviembre un mes que invita a la melancolía, a cierta tristeza.
Siempre embellece un escrito terminar con una cita literaria, y así lo hago. Escribe Juan Ramón Jiménez:
¿Ves el campo, Platero, todo lleno de hojas secas? Cuando volvamos por aquí, el domingo que viene, no verás ni una sola. No sé dónde se meten. Los pájaros, en su amor de la primavera, han debido decirles el secreto de ese morir bello y oculto, que no tendremos ni tú ni yo Platero….
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Filed under: Actualidad, Cultura |
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