Las calabazas y los muertos vivientes, ganaron la batalla de la víspera de difuntos a un Don Juan Tenorio de “Capa caída”
Fernando Guardiola
La plaza de la Constitución ya está preparada para que los niños y niñas de esta internacional urbe, disfruten a la americana con sus horripilantes y zarrapastrosos trajes de zombies, muertos vivientes, brujas con o sin escoba, según las posibilidades, destripadores o asesinos sin sueldo. Mismamente como si por el Misisipí el 16 de julio bajaran a la Virgen del Carmen a pasear los Yanquis de postín.
No hace muchos años, cuando llegaba el 31 de Octubre, los españoles celebrábamos la víspera del día de Todos los Santos, con las típicas tradiciones gastronómicas de esas fechas, como los huesos de Santo, la primera carne membrillo, o comiendo los olorosos frutos de ese árbol, del que por cierto cada día hay menos, y como no, los más pudientes se iban a los Teatros de postín a ver la representación de “Don Juan Tenorio” de Zorrilla, o los más, nos sentábamos alrededor de la televisión a ver qué actor o actriz, eran los encargados ese año de representar los papeles principales de esa obra (aún se recuerda la versión de Paco Rabal y Cocha Velasco).
A otro día, nos zumbaba en nuestras cabezas la famosa escena del sofá de Don Juan y Doña Inés, cuando el amor estaba en todo su apogeo y se decían con empalagosa cursilería aquello de: “No es verdad ángel de amor, que en esta apartada orilla, más clara la luna brilla y se respira mejor”.
Con ese aperitivo al día siguiente se realizaba la masiva visita a los cementerios. Pero mira por donde, llegan los años 70 y sobre todo en los ochenta, cuando a través de la pequeña pantalla, nos llegan masivamente series y películas norteamericanas, donde vemos que ellos en esa noche se disfrazan de muertos vivientes, vacían calabazas, para realizar calaveras iluminadas con velas, de un aspecto que a mi particularmente siempre me la repampinfla.
Nunca le he visto la gracia, ¡Lo siento!, … I’m sorry, para los más letrados. Y en este santo país, llamado España, donde todo lo que sea juerga y diversión lo recogemos (y si ello conlleva negocio, mejor que mejor), pues no iba a ser menos esta fiestorra y en poco más de dos décadas, nos hemos vuelto más americanos que la Estatua de la Libertad y celebramos la noche de Halloween, o “Noche de las brujas”, con el mismo entusiasmo que si fuera la más ancestral de nuestras tradiciones.
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