Encarna Hernández
Abro la ventana tras caminar junto a Ella, ayer Domingo de Ramos, por las calles de la ciudad salinera. Torrevieja entera la volvió a ver en sus calles, que fueron camino de Esperanza… y junto a Ella, aquellos que fueron sus primeros hermanos, costaleros, quienes hace 34 años la presentaron a esta tierra salinera: Miguel Ángel Torres (en su lugar, hoy, su hijo), Manuel Tévar, Vicente Cerdán y Francisco Javier Torregrosa.
Con fumata blanca de incienso
Y con la fumata blanca del incienso, que en “incensario péndulo de plata” oscila en las manos de la costalera que fue apuntada como hermana, el día que nació la cofradía y ahora va ante el palio de su Virgen. Con fumata blanca del calor de aquellos que en este atardecer del Domingo de Ramos no quieren perderse el fluir de las capas blancas, de la Cofradía de Nuestro Padre Jesús Triunfante y Nuestra Señora de la Esperanza y de la Paz. Con la fumata blanca de varales y palio, revestidos con los ornamentos de la palabra de aquellos que aman a su Madre, proclamo el sentimiento de este día de gozo:
En la Roma salinera
!La primera en la semana!
Camina como un lucero
Anunciando la luz del gozo
Mi Madre de la Esperanza
La ciudad entera con su luz, lo va anunciando. Todos juntos a Ella somos antiguos y fervorosos hermanos de luz: la luz del gozo. Hoy la Madre a hombros por aquellos primeros hijos: Miguel Ángel Torres (hijo), Manuel Tévar, Vicente Cerdán y Francisco Javier Torregrosa, parece decir: Apresuraos, vivid cada instante, que ya empieza la nostalgia.
Nostalgia de esa historia siempre igual y nunca la misma, que como dijo el poeta “todo pasa y todo llega” ¿O todo llega porque nunca pasa en nuestro recuerdo? Recuerdo de aquellos años de ilusión de juventud que hoy se viste de canas.
Hoy empieza la nostalgia
Ya se siente la inmensa tristeza de que la Semana Santa empieza… a terminar. Sí hoy comienza la nostalgia. Todo ya es como un largo fin. Envejecen los terciopelos y los bordados, envejecen los cirios que derriten sus lágrimas de cera, para que permanezcamos como eternos niños del Domingo de Ramos. Y aquellos que ya se fueron… y los que no pueden venir. ¿Qué mayor penitencia que no poder ir a ver a su Madre? Lagrimas como luceros que brillan en el rostro de la Esperanza… por ellos.
En la inmensa soledad del gentío
Fieles a la memoria, toda una gran historia camina junto a Nuestra Señora. No hay una sola Semana Santa. Hay tantas como hermanos salen a verla a Ella. Tantas como nazarenos y costaleros. Tantas como se soñaron hace años y hoy brotan como azucenas. Pero son días de encuentro. Próxima parada: Ella con Dios en la inmensa soledad del gentío.
Nunca se está más solo que soñando los propios recuerdos en una calle llena de gente, donde ver pasar esa cofradía que es parte de tu propia vida. Y en esa soledad… Ella y el Hijo. En esa gran soledad… Ella siempre con todos.
Encarna Hernández Torregrosa
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